Trabajar en Burger King: cobrar en un día menos de lo que cuesta un combo

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Este miércoles se realizó una nueva edición del «Stacker Day». Burger King rebajó el costo de su combo Stacker al 50 %, mientras precariza a miles de trabajadores en todo el país

Una vez al año, Burger King realiza el “Stacker Day”. En estos días especiales, el combo en cuestión se vende a mitad de precio, y parte de las ganancias son donadas a distintas causas. Este año en particular serán donadas a “Suena Eh!”, un sello discográfico que nació en el corazón de Villa la cava.

Las publicidades que estuvieron circulando muestran a artistas del sello rapeando, invitando a comprar hamburguesas más grandes para colaborar con la campaña: “¿Querés ayudar? Aumentá el volúmen del Stacker”. Además, convocaron al local ubicado en Fondo de la Legua, Martinez, donde iban a estar varios de estos artistas haciendo un show para acompañar el evento.

Pero, ¿cuál es la realidad detrás de estos espasmos de solidaridad que tienen los dueños de la cadena internacional de hamburguesas una vez al año?

La odisea de trabajar en Burger King

El rey de las hamburguesas paga en Argentina $ 126 por cada hora trabajada, a lo que hay que descontarle aportes jubilatorios y para el Sindicato de Pasteleros. 

El diario “La izquierda” publicó hoy una nota que realizó a una trabajadora de la hamburguesería, a quien ficticiamente llaman “Belén” El recibo de sueldo de Belén indica que sueldo de una trabajadora de la empresa en la primera quincena de junio es de $ 4.000. Habiendo trabajado 40 horas en ese período, cobró $ 267 por día. Es decir, $ 3 menos que lo que sale el combo Stacker básico. Ojo, si hacía la fila este miércoles, agregando tres monedas a su salario del día se llevaba doble combo.

Belén también comenta que, como ella, muchos tienen que recurrir a un segundo laburo porque con Burger King no alcanza. Por eso, trabaja como niñera después de su jornada en la hamburguesería.

En un día ordinario de trabajo, Belén entra a las 6 de la mañana y hace las tareas de “apertura”, que no es solamente abrir el local sino que previamente debe limpiarlo y preparar todos los productos que se van a utilizar durante el día para el armado de las hamburguesas, ensaladas y fritos. Por lo general, trabaja 5 horas. Pero como el miércoles era un día especial y “solidario”, le asignaron un horario extendido, de 8 a 16.

“Lo peor fue cuando empezó el Stacker Day, al mediodía. Nos sacaron una foto a todos, hicieron una cuenta regresiva y hasta tiraron bombas de cotillón. Generaban un clima de fiesta mientras nos hacían correr de un lado para el otro”, contestó cuando se le preguntó acerca de  cómo fue la experiencia de este día «solidario».

“Me obligaron a quedarme arriba limpiando las mesas de 60 personas todo el día, cambiando los tachos, limpiando pisos y baños. En un momento me crucé con un gerente que me preguntó si no sonreía porque estaba triste. Yo no iba a sonreir. Tenía hambre. Pedí que me dieran mi “break” y me contestaron que había mucha gente, que tenía que esperar. Recién a las 15.40 me mandaron a comer, 20 minutos antes de fichar para irme”.

Los números de la solidaridad empresarial

Restaurant Brands International Inc., el grupo que es dueño de la marca, ganó entre enero y marzo de este año 246 millones de dólares según la agencia de noticias EFE. La facturación total fue de 1.266 millones dólares, lo que supone un incremento del 0,95 % interanual, y que proviene de un alza en los ingresos de franquicias y propiedad de Burger King, que ingresó 411 millones de dólares en total.

Con esas millonarias ganancias y precarizando a miles de pibes y pibas en todo el mundo, ser solidario y encima solo una vez al año no parece ser una tarea mesiánica.

Mientras tanto, según el Indec los datos de desempleo en nuestro país muestran que el 23,1 % de las mujeres menores de 29 años están desocupadas, y que lo mismo pasa con el 18,5 % de los varones de la misma edad. La juventud es la que más sufre la precarización, con un 50 % más de probabilidades de tener accidentes laborales que la clase trabajadora adulta y un empleo no registrado que se clavó cerca del 60 % desde 2006.

Esta irracionalidad, donde unos pocos ganan millones y la gran mayoría de la población deja todos los días el cuerpo y la salud en trabajos precarios o está desempleada, podría cambiar si se repartieran las horas de trabajo entre ocupados y desocupados, con sueldos que como mínimo cubran la canasta básica.

Esto es lo que tienen para ofrecerle los empresarios, con el aval de los Gobiernos, a la juventud mientras se pintan de solidarios. Primero sus ganancias, segundo sus ganancias, tercero sus ganancias y capaz después la calidad de vida de los laburantes, sobre todo si son pibes o pibas.

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