Por décadas nos han enseñado que tenemos que sufrir por solamente ser mujeres, que tenemos que aceptar y callar, y no es así, ya basta; hemos crecido viendo a nuestras abuelas y madres sufrir, siendo violentadas, anuladas; nunca tuvieron ni siquiera el derecho a soñar, porque hasta sus sueños fueron arrebatados, y yo siempre supe que no quería eso, no quiero que me pase lo mismo, quiero ser libre, quiero para mi hija y mis hijos una vida diferente, donde puedan soñar, decidir, estar tranquilos, hacer y ser lo que quieran ser, que sus sueños y derechos no sean quebrantados, ni apagados.
El machismo ha endurecido a los niños, a los buenos hombres, ha callado también sus emociones y sentidos, no demostrar afecto, y el típico dicho «los hombres no lloran», quitándoles así su derecho de ser, como si llorar y sentir no fuera de humanos, «las mujeres lloran», haciéndoles creer así que eran débiles y por ende superiores a nosotras. A lo largo de la historia, todos directa o indirectamente hemos sido y somos víctimas del patriarcado.
Durante años, y años, miles y miles de mujeres han clamado, han marchado y luchado por nuestros derechos, se han convertido en históricas y eternas, han alzado la voz por las tantas que no pudieron. A esas miles de mujeres de todas partes del mundo les debemos respeto y honra, yo les debo mucho, hoy como mujer, puedo votar, puedo hablar y expresarme.

 

Durante décadas se viene peleando, pero aún falta mucho, estamos en el siglo XXI, pleno 2023, y AÚN FALTA MUCHO. Aunque podamos votar, hablar y expresarnos, hoy todavía somos cientos de mujeres que luchamos contra un sistema patriarcal que nos quiere sumisas, calladas, y detestan la «rebeldía». Nos tildan de «locas», de «quilomberas» por exigir lo que nos corresponde.

Personalmente he hablado con muchas mujeres, madres, que luchan solas, cargan todo el peso de una familia solas. Y otras tantas que se quedan al lado de un hombre porque no les queda otra opción, porque sino, no tienen donde vivir, sufren y soportan maltratos por no tener estabilidad económica, y sí, en la actualidad eso sigue pasando, y son muchas más de lo que creen. No tenemos la posibilidad de progresar porque el sistema nos quiere débiles, nos quieren sin dignidad, nos quieren ignorantes.
Gran parte de la sociedad aún tiene ese pensamiento retrógrada, de que la mujer tiene que ser esclava de la maternidad y de la casa. Que la mujer tiene que trabajar sin importar si te pagan una miseria, te tenés que conformar, que además tiene que tener la casa y a los hijos impecables 24/7, y que tiene que atender al «marido», todavía eso existe y muchas lo padecen.
Vivimos en un mundo en que la mujer promedio, no puede progresar porque te hacen imposible el acceso a una vivienda, tengas hijos o no, y te tenés que conformar con el trabajo que encuentres para poder sobrevivir. El trabajo de la mujer vale mucho menos que el del hombre, y estamos en una época dónde vivir cuesta cada vez más, nos están matando de muchas formas, y esto tiene que parar.
Durante años y años viendo y viviendo todo tipo de violencia contra las mujeres, y niños, y aún así, tanta lucha no alcanza, tanto esfuerzo no vale. Hay tantas, pero tantas cosas que siguen estando mal y genera bronca, indignación porque mucho dicen y poco hacen.
Vivimos en una sociedad que trata a las mujeres de «putas y locas» si decidimos estar solas, nos tratan de «vagas y resentidas» si reclamamos la manutención de nuestros hijos, siguen sin entender que eso es un derecho de los niños, niñas y adolescentes; gran parte de la sociedad no comprende todavía que un progenitor que no cumple con sus obligaciones, ejerce violencia económica, psicológica y emocional, tanto en sus hijos como en las madres, pero nadie se fija en eso, es mejor tratarnos de «locas, putas, vagas». Una madre que se ocupa al %100 de sus hijos es porque es su deber, pero si lo hace un padre es visto como un héroe. Está tan naturalizado el abandono paterno que hasta dicen «dejalo, él se lo pierde», pero no, no se pierde nada, mejor dicho, «se desliga de toda responsabilidad y está bien, total, vos sos mujer, sos madre y tenés que poder con todo, sea como sea, y no te vayas a quejar, no te canses porque tenés que poder.»
Son temas diferentes, y me faltan nombrar más, pero todos se tratan de lo mismo, sobre la VIOLENCIA DE TODO TIPO QUE EJERCEN SOBRE NOSOTRAS.
La sociedad y el sistema machista todavía se espantan de las mujeres que luchan, que gritan, que exigen el cumplimiento de sus derechos. Hay leyes que ni siquiera las aplican y otras que son de la prehistoria y es momento de un cambio real, porque NO HAY JUSTICIA VERDADERA PARA LAS VÍCTIMAS, PARA LAS SOBREVIVIENTES, NADIE NOS PROTEGE, NADIE NOS AMPARA, NI LAS LEYES, NI NADIE.
Estamos cansadas, agotadas, asqueadas de tanta corrupción, de tanto machismo, de tanta violencia, ya ni sabes a quién pedir ayuda, qué puertas golpear, porque cuando lo hiciste, un cobarde, malviviente con apenas un poquito de «poder», te engañó, mintió, se aprovechó porque te vió sola, vulnerable y abusó de todas las maneras que pudo, se adueñó de tu cuerpo, te destruyó la mente, las emociones, la esperanza; te llenó de miedos, intentó callarte, manipularte y hundirte.
Pero te levantaste, hablaste, denunciaste y aprendiste, y ahora no hay miedo, pero sos conciente que de esa manera se maneja la gran mayoría de los que tienen un poco de «poder», y con ese «poder» inmundo van por la vida haciendo y deshaciendo como quieren con la gente, con las mujeres que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, y es el mismo sistema patriarcal que nos quiere así, conformistas, pobres, ignorantes, sumisas, ciegas, sordas y mudas; te amenazan, te callan, te quitan, te golpean, te matan.

Y me pregunto, nos preguntamos, ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo tenemos que seguir así?, ¿Cómo hacemos, a dónde vamos?, ¿Con quién tenemos que hablar para que nos escuchen y no se nos rían en la cara?. Que no nos engañen más, que no nos llenen de mentiras y promesas, que ya no se crean dueños de nuestros derechos, de nuestros cuerpos, de nuestra lucha.

«La mujer errante avanza buscando la tierra de la libertad, la mujer habiendo desechado todo a lo que se aferraba, ahora aclama, grita, y sabe que el camino ya no es por el sufrimiento, ya no es por las aguas del dolor. Ahora oímos sonidos de pisadas, y así, miles de veces, decenas de miles y miles de miles marchan así, hoy pisamos y gritamos más fuerte, y cada lucha es un paso hacia la tierra que nos hicieron creer que estaba lejos, ¡nuestra libertad!. Seguimos las huellas de las que ya no están, y hoy nuestros pasos son los pies de quienes han de seguirnos, las próximas generaciones; por ellas, por nosotras, por las que vienen. Mujeres sigamos hacia adelante para que llegue el día en que ya no tengamos que luchar por ser mujeres.» 
Daniela L. Lang
08 de Marzo 2023

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