Se trata Damares Alves, ministra de Mujer, Familia y Derechos Humanos, a quién la etnia Kamayurá denunció por el secuestro de una niña indígena hace 15 años a quién ahora presenta como su hija.
Según reveló la revista Época de la cadena Globo, la actual ministra Damares Alves junto con Marcia Suzuki, “amiga y mano derecha de la ministra”, se presentaron en la aldea como misioneras. Marcia se llevó a Kajutiti Lulu Kamayurá, de 6 años en ese entonces, con el pretexto de un tratamiento dental. Lulú hoy tiene 20 años y vive en Brasilia
La abuela de la niña, Tanumakaru, fue quién la crió hasta los 5 años de edad en el Parque Nacional Xingú, al norte del Mato Grosso. Tanumakaru declaró a Época «Lloré, y Lulu estaba llorando también por dejar a la abuela. Márcia se la llevó a la fuerza. Dijo que la iba a mandar de vuelta, que cuando entrase de vacaciones la iba a mandar aquí». La revista cuenta que “algunos detalles se pierden en la memoria” de los habitantes de Xingú pero “hay un hilo conductor”.
Cuestionada sobre esta situación, la ministra contestó a la revista Época que Lulú salió de su aldea “con su familia y nunca perdió contacto con su familia biológica” pero evitó responder por que nunca se realizaron trámites formales de adopción. Asesores de Alves aseguran que conoció a la niña estando en Brasilia y no en la aldea, como dicen los Kamayurá.
No es el primer escándalo al que se enfrenta Damares Alves en su corta carrera como ministra. La reaccionaria pastora evangélica ya fue cuestionada por atacar la supuesta “ideología de género» y por la frase con la que inició su mandato “¡Atención, atención! Es una nueva era en Brasil: niño viste de azul y niña viste de rosa«.
Recientemente, el diario Folha de S.Paulo acusó a Alves de mentir sobre sus títulos universitarios. La ministra, que dice ser abogada y “magister en educación y en derecho constitucional y de familia” increíblemente se defendió diciendo que “en las iglesias cristianas se le dice ‘maestro’ a todo aquel que enseña la Biblia». Una especie de justificación divina para su “título” de abogacía que, según los miembros de la tribu Xingú, también habría esgrimido para justificar la adopción ilegal de Lulú.