Las políticas de ajuste y concentración de la riqueza del gobierno nacional, también alcanza al denominado “campo argentino. Este fue uno de los sectores sociales más activos que impulsaron la llegada de Mauricio Macri a la presidencia de la Nación. Pusieron el huevo y la serpiente se vuelve contra ellos.
Ya llegan a más de 620 tambos que cerraron sus tranqueras a la actividad y productores anuncian que el 50 % de los que quedan pueden cesar en la producción.
Políticas concretas desencadenaron la crisis. Esta no está generada por el clima, sino por medidas tomadas por el “mejor equipo de los últimos cincuenta años”.
Quizás la más importante de ellos es la histórica devaluación propiciada por los sectores exportadores de granos, además de la especulación financiera. Los productores se ven obligados a comprar insumos dolarizados y a vender el producto en pesos. Los costos más altos que deben enfrentar son la tarifa eléctrica, el alimento balanceado fertilizantes y agroquímicos, todos commodities dolarizados.
Tambien impacta negativamente medidas como la reciente aplicación de retenciones y la reducción de reintegros a las exportaciones. Con este modelo los pequeños y medianos productores no pueden producir. La ecuación costo-beneficio, para ellos da negativo, por lo que los que cerraron prefirieron vender los animales como carne y abandonaron la lechería.
Según datos proporcionados por el Observatorio de la Cadena Láctea (OCLA), avanza la concentración de la producción y esto se pone en evidencia con que el nivel de producción aumentó entre un 6 y 8 %, con menos tambos. Indudablemente trae aparejado pérdida de puestos de trabajo lo que profundiza la crisis social.
Uno de los aliados del gobierno está inmerso en una crisis que se va a profundizar. Solo quedarán los grupos más poderosos y avanzará más la concentración, tanto de la tierra como de la industria lechera.