CARTA ABIERTA DE LA AGRUPACION DESDE EL PIE

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Desde el Pie. Carta al campo popular

Los procesos electorales son parte de la vida política de la sociedad, y se los suele identificar con la democracia misma. Limitar la participación política a esos momentos, para luego mirar con cierta indiferencia lo que sucede en ámbitos ejecutivos y legislativos, es parte del problema. No podemos delegar las decisiones sobre nuestra vida diaria, y futura, en los/as políticos/as que elegimos.

Desde los sectores populares, históricamente nos ha costado plasmar nuestra riquísima experiencia social y territorial en el desarrollo de una alternativa política.  Creemos necesario trazar objetivos más ambiciosos que el repetido “frenar a la derecha”. El objetivo principal debe ser garantizar derechos para acabar con la exclusión social, que se ha agravado en estos últimos años. Esa es la mejor manera de hacer frente a cualquier intentona golpista y reaccionaria: no defraudar la confianza del pueblo.

¿Acaso se recuperó la soberanía sobre nuestros recursos naturales y los resortes estratégicos de nuestro país? ¿Se redujo la pobreza y miseria en la que viven muchos/as compatriotas? ¿Se ha roto con la dependencia económica y política a la que nos ata al FMI y los acreedores externos? ¿Disminuyeron los desmontes y la producción de alimentos con agro tóxicos que afectan la salud de las personas, el aire, la tierra y el agua? ¿Mejoraron las comidas en los comedores y merenderos donde se “alimentan” diariamente gran parte de las infancias?

La pandemia y la guerra fueron utilizadas como excusa para justificar la continuidad de la crisis que afecta al pueblo Argentino en estos últimos años; no se entiende cómo, en el mismo contexto, obtienen ganancias extraordinarias los sectores económicos más concentrados de este país.

Pese a las promesas de campaña del 2019, al no tomarse medidas contundentes para revertirlo, el modelo neoliberal que representó Macri durante su gobierno, sigue vigente en la actualidad. Este gobierno, que llegó con un discurso cargado de sensibilidad social, y del que forman parte compañeros/as pertenecientes al campo popular, ha desilusionado a gran parte de quienes lo acompañaron y este es uno de los motivos que puede explicar que sectores de la juventud y de la clase trabajadora vean a la derecha reaccionaria como una opción electoral.

El gobierno provincial, aunque ensaya rebuscados argumentos, ha anticipado las elecciones porque no quiere quedar pegado a lo dicho más arriba y apela, para eso, a la “soberanía política” del peronismo local. O sea, la vieja receta de que esta provincia es una “isla”. Ante esto, ¿las organizaciones políticas y sociales del progresismo y la izquierda provincial seguirán como “furgón de cola” del gobierno y repetirán los mismos argumentos que el PJ provincial, sin ensayar la más mínima autocrítica por la situación local? Acaso, ¿no es preocupante lo que ocurre en los barrios de Santa Rosa, General Pico, Acha o Realicó? ¿Acaso no existe crisis habitacional de miles de familias?

Como parte del campo popular, bregamos por la construcción de un frente electoral que sea alternativa política a las formas y prácticas del partido del poder. Una alternativa que contemple a todas las vertientes del campo popular pampeano, en la que sean parte, entre otras, quienes se reconozcan como parte de la cultura peronista transformadora, pasando por quienes se asumen como progresistas y las izquierdas en sus diversas expresiones. Una alternativa que se anime a disputar sentido común a quienes ejercen el poder gobernante y, también, a quienes se dicen oposición desde hace 40 años; una fuerza alternativa que gestione con un programa político con un claro horizonte post capitalista. Algo que parece muy lejano y que, sin embargo, hay que recuperar como utopía, para conservar la vida misma frente a un sistema que está destruyendo el planeta.

Una izquierda sin rebeldía y autocomplaciente es una proyecto estéril, que contribuye a que este sistema funcione cambiando algo para que nada cambie. Una izquierda amparada en lo “posible” que se conforma con ocupar lugares de gestión, pero desconoce la realidad de la pobreza y la exclusión que muchos niños y niñas viven en esta provincia, no hace más que administrar la crisis en curso. Hay que ser capaces de abrazar a las diversas identidades, con nuestras diferencias y visiones particulares, anteponiendo lo principal que nos une por delante de las diferencias secundarias.

La Pampa necesita ser diversa de verdad, no en el decorado. Se necesitan en los cargos públicos personas capacitadas, que recorran cada lugar escuchando a las pampeanas/os, que impulsen la participación popular y que tengan la sensibilidad social suficiente para no verse tentados en acomodarse a un cargo  bien remunerado. Que sienta  junto al pueblo que las eligió; que se pongan en los zapatos de quienes no le pueden comprar útiles escolares a sus hijos/as, de quienes no tienen más opción que llevar a comer a sus hijos/as a comedores, de quienes viven en asentamientos, o como familias ensambladas, porque no tienen posibilidades de acceder a una vivienda digna y de quienes que padecen la inseguridad que genera la desigualdad estructural en la que se vive.

Es tiempo de recomponer tanto daño producido por políticas estatales antipopulares. Debemos dejar de subsistir para empezar a construir felicidad, pero no la del consumo sino la de la dignidad. En este desafío, nos cabe mucha responsabilidad a las organizaciones sociales y políticas del campo popular. Las próximas elecciones son un buen momento para repensar nuestro papel frente a esta crisis social, cultural y económica que estamos atravesando también acá, en La Pampa.

07/12/2022

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