«María feminista», obra censurada de la artista Silvia Lucero
Por Ezequiel Kosak
¿Existiría la navidad si María hubiera tenido derecho a decidir la interrupción de su embarazo? Para felicidad del padre Pepe, en esa época no había médicos que le llenaran la cabeza y la virgen no tuvo opción: parió a la fuerza al niñito Jesús, para que todes podamos reunirnos a festejar, brindar con sidra y comer mantecol.
El padre Pepe eleva así sus disquisiciones teológicas y el debate público, que en Argentina tienden a ser la misma cosa, al nivel del meme que prohíbe a las feministas festejar el nacimiento de Jesús. Porque claro: estar a favor de la legalización del aborto es lo mismo que estar en contra de todos los nacimientos.
Las pañuelo verde serían una especie de Grinch, bichos feos y antisociales que quieren arruinar la navidad, sin que el buen padre Pepe comprenda sus motivos. ¿Por qué son tan brujas, están poseídas por el demonio o qué?
¿Cómo no entienden que todo embarazo es una bendición? Que no importa si sos una niña de catorce años, si fuiste violada, si el progenitor se borró. Si para vos ser madre no es lo único ni necesariamente lo más importante. Si por ahora o para siempre tenés otras metas, y traer a este mundo una nueva vida, darlo todo por tus hijos, no es lo que te hace feliz.
No importa tu cuerpo ya transformado en incubadora, ni tu situación afectiva o económica, ni tus proyectos, deseos o decisiones. No importás vos básicamente, ahora que estás habitada de luz, de un amor que llena toda tu existencia. Si querías otro destino podrías haberte cuidado, no hubieras andado provocando, que no sos ninguna monja.
¿Por qué no aprenden del ejemplo de María? Cuando el ángel Gabriel le informa que el espíritu santo vendrá sobre ella, que Dios la eligió entre todas las mujeres para llenarla de gracia, ella le responde soy tu sierva señor, haz conmigo según tu palabra.
¡Esas eran mujeres perfectas, caramba! Nada que ver con la Eva, que mordió el fruto prohibido y culpa de ella nos expulsaron del paraíso. La salvación de la humanidad vendrá cuando las mujeres obedezcan los caprichos del todopoderoso, ¡no cuando los contradigan!
Ahora, ¿qué pícaro este dios no?, un divino: dejar embarazada a una adolescente sin su consentimiento, que encima ya estaba comprometida a casarse. Si en vez de Dios eso lo hiciera un vecino del barrio, ¿qué opinarían en su iglesia?
Aunque viéndolo en perspectiva capaz les hizo un favor. José ya estaba pensando en dejarla cuando se enteró que su prometida estaba preñada (y no de él precisamente). La costumbre mandaba apedrear hasta la muerte a la mujer infiel. Y bien merecido lo tendría, tal cual lo justificaría Bullrich o Berni: dentro de la ley, todo; fuera de la ley, balazo por la espalda.
Así que este sueño donde José descubre que a María la embarazó el espíritu santo pero seguía siendo virgen vino al pelo como para salir del paso y salvar a las dos vidas, aprovechando que todavía no se adoctrinaba a los niños con la ESI en las escuelas. Quién imaginaría entonces que una mentirita piadosa terminaría siendo una cuestión tan sensible e importante para la cultura occidental.
Y así nació Jesús, cuentan los evangelios. Un joven que lamentablemente tiene más pinta de revolucionario antiimperialista que de ingeniero, pero bueno: a quienes tienen ojitos celestes todo se les perdona, sino fijate Macri, o Kicillof. Más difícil hubiera sido si a la María le salía un pibe camello-chorro, que uno es pro-vida pero tampoco como para andar defendiendo delincuentes.
Me acuerdo que hace unos años una agrupación feminista de Santa Rosa visibilizó la presencia de una virgen en los pasillos de la UNLPam. Aún no logro determinar si el hecho de que haya estado allí por décadas sin que nadie la note la hacía más irrelevante o más efectiva.
La cuestión es que a ellas todo este asunto de la madre ejemplar (¿acaso se sabe algo sobre María que no esté referido a su rol como madre de Jesús?); este mandato de servir a la reproducción de la especie pero nunca disfrutando del sexo, venerando a la siempre virgen, santísima, purísima, inmaculada, y toda esa serie de adjetivos que usan los curas para dejar bien claro que coger es terrible pecado, algo sucio, malo, asco, digno de grandísima culpa (se sabe que, para la iglesia, el camino al infierno está lleno de buenos orgasmos); en fin, como que toda esta prédica asociada a María a ellas como mujeres no las representa.
Entonces hicieron un altarcito a la santa concha, ídola hereje a la cual le dejaban toallitas y esas cosas de mujeres. No me acuerdo si les duró algunos días o nomás en unas horas fue que les rompieron todo porque bueno, en nombre de respetar mis creencias de vez en cuando se encienden hogueras donde quemar las tuyas.
De todos modos el happening permitió difundir que la virgen estaba ahí desde la última dictadura militar, momento en el cual a muchos sacerdotes les parecía moralmente cristiano torturar hasta la muerte a miles de argentinos/as, siempre y cuando no se asesine ningún bebito.
No es que la biblia exprese que el aborto sea pecado, ustedes que la leen regularmente sabrán mejor que nadie que ni menciona el tema. Pero igualmente, ¿a quién se le ocurriría hacer tamaña barbaridad con esos seres inocentes, que cargan como única culpa el pecado original? Ya si crecen un poco y empiezan a hablar de patria socialista, bueno: no quedará otra que crucificarlos. Pero mientras sean fetos, no perdamos con ellos la ternura.
Que nadie encuentre hipocresías o incoherencias donde no las hay. La idea siempre fue la misma, salvar a las dos vidas: la del niño inocente, la de la madre buena. Pero si la madre es mala y guerrillera, si quiere matar al niño en su vientre, entonces dios está de acuerdo con que ella muera en una celda sucia y clandestina. O salvamos las dos vidas, o salvemos la del niño: que para quedarnos con esa madre mejor sería no salvar ninguna.
Basados en esa sensibilidad la iglesia misma se encargó de ubicar a cientos de niños y niñas en buenas familias, en ambientes decentes. La mayoría de ellos son hoy adultos que continúan conviviendo con sus apropiadores: recién cuarenta años más tarde les permitieron a víctimas y familiares el acceso a los archivos que podrían aportar a la recuperación de su identidad.
Pero bueno: se trata de prácticas y creencias que como tales deben respetarse. Y en el caso de la fe católica apostólica romana no sólo se la respeta, sino que se financia. Con nuestros impuestos bancamos por ejemplo los salarios de todos los obispos y arzobispos, de quienes estudian para cura, de cientos de sacerdotes. Para darse una idea, un obispo cobra mensualmente por arriba de los cien mil pesos. ¿Alguien pensará en ellos cuando se despotrica contra los vagos que el Estado tiene que mantener?
“Si tanto les molesta Dios, sáquenlo de la Constitución”, nos sugirió inteligentemente la diputada Rezinovsky. Y sí, la verdad es que no sé qué hace ahí todavía. No sé si es Dios el que un poco nos molesta o bien sus autoproclamados representantes terrenales, pero aún si nos cayera simpático, siendo la nuestra una población con tal diversidad de creencias religiosas y culturales, no se entiende a título de qué la Iglesia Católica sigue sosteniendo sus privilegios. Ni que le debiéramos algo a los reyes de España.
Sobre todo, lo que no corresponde es que un Estado laico como el nuestro base sus leyes en argumentos divinos o en dogmas y verdades reveladas. Que ustedes en su lugar lo darían en adopción o que al aborto su religión no lo permita puede ser válido para guiar sus decisiones personales, pero no como argumento que fundamente una regla que regula la vida de toda una comunidad.
Si les parece justo que el Estado no se meta con sus creencias privadas, cosa que a mí también, entonces no anden imponiendo sus concepciones religiosas al resto de la sociedad. Si van a militar la clandestinidad, o sea obligar a pagar una fortuna en una clínica privada cuando no a desangrarte en el intento de interrumpir un embarazo no deseado, al menos no usen a la religión como una suerte de escudo que todes deberíamos respetar, privándonos del derecho a realizar cuestionamientos no basados en esa fe.
Porque la idea es legislar dando respuestas a situaciones concretas. Tratando de ampliar derechos, de mejorar las condiciones de vida de la población. Reconociendo la diversidad de creencias, de modo que seamos más libres y menos desiguales.
Seguiremos celebrando navidades y nacimientos en un país donde exista el aborto legal, seguro y gratuito en los hospitales; así como hasta ahora celebramos navidades y nacimientos en un país donde cientos de mujeres abortan anualmente, solo que forzadas a hacerlo en la clandestinidad.
Aunque ojalá en adelante y gracias a esta marea los nacimientos que festejemos sean todos gestados libremente, y no por obediencia a mandatos patriarcales. Le guste o no al padre Pepe, la maternidad será deseada o no será.