El Ministerio del Interior de Uruguay atendió, en promedio, tres casos por día
Una carpa en el camping de Valizas y, adentro, tres varones y una mujer. Iba a ser una noche de festejos. 2019 había empezado hacía pocas horas y quienes se encontraban en el balneario de Rocha se preparaban para darle la bienvenida al año nuevo. El plan era ir a la carpa en la que se hospedaban ellos para buscar sus pertenencias y después seguir para el centro. La chica se quedaba en una cabaña del mismo complejo con una amiga, que ya se había ido a dormir, pero conocía a uno de los jóvenes, según declaró a la Fiscalía. Entró a la carpa. Cuando quiso salir, le negaron el pasaje. Insistió. Volvió a fracasar. Y ahí, entre los tres, la violaron.
La denuncia fue radicada unos días después. Los tres acusados reconocen que hubo relaciones sexuales, pero aseguran que fueron consensuadas. Sin embargo, las pericias médicas y psicológicas realizadas confirman el relato de la joven agredida. La semana pasada, la fiscal de Rocha, Valentina Sánchez, pidió la formalización de los varones por el delito de “abuso sexual especialmente agravado por invasión del cuerpo a través de la penetración y la pluriparticipación” y no por violación porque, a su entender, “no hubo violencia física”. El jueves, la jueza Andrea Aipa formalizó a los tres acusados y les ordenó 60 días de prisión preventiva.
Otras tres denuncias penales por agresiones sexuales se hicieron públicas en lo que va del año. Una mujer denunció haber sido violada en la playa de Pocitos, después de salir a tomar algo con una amiga y quedarse dormida en la arena. El agresor fue formalizado el viernes por la Fiscalía Penal de Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y de Género de Tercer Turno de Montevideo por el delito de “abuso sexual especialmente agravado en calidad de autor” y se le dictó prisión preventiva por 120 días.
Las otras dos agredidas son adolescentes y sus casos todavía están siendo analizados. Una de ellas denunció que fue violada por dos adultos en un camping de La Paloma. La madre de la otra chica denunció la violación de su hija en Fomento, Colonia, en las inmediaciones de Café del Bosque, un boliche al que había ido a bailar con amigas.
Muchas otras denuncias no se hicieron públicas. Del 1º al 13 de enero de este año la Policía recibió 39 denuncias de delitos sexuales, según datos del Ministerio del Interior a los que pudo acceder LA DIARIA. Son, en promedio, tres por día. De ese total, 26 fueron denuncias por “abuso sexual” y 13 por “violación”. En 2018 fueron radicadas 32 denuncias por violencia sexual en los 31 días que dura enero. El aumento de las denuncias no implica necesariamente que hayan aumentado los episodios de agresiones sexuales, sino que las mujeres se animan cada vez más a denunciar, aseguran las especialistas. Quizá se vean impulsadas por movimientos como el #MiráCómoNosPonemos en Argentina o el #MeToo en Estados Unidos. Tal vez haya un “efecto contagio” en Uruguay.
Lo cierto es que la difusión de las denuncias penales en los medios disparó en las redes sociales la publicación de otros casos de abusos sexuales en lo que va del año. Todos tienen un factor común: tuvieron lugar en un contexto de vacaciones, ocio, celebración. Y eso parece funcionar como una invitación para que los varones violenten los cuerpos feminizados. En este contexto, las plataformas virtuales aparecen como herramientas de sororidad en las que adolescentes, jóvenes y mujeres adultas comparten experiencias, declaran “zonas rojas” y crean redes de apoyo y contención. También alientan a las víctimas a denunciar, un paso fundamental para que los crímenes no queden impunes ni los agresores sueltos.
Pese al “efecto contagio”, las cifras oficiales muestran sólo una parte de la realidad, ya que muchas mujeres siguen sin denunciar los casos de abuso sexual por miedo, por vergüenza o porque no quieren verse obligadas a revivir la situación cada vez que tienen que repetir ante las entidades lo que les pasó. También callan por una cuestión social: no pocas veces se culpabiliza a la mujer o se cuestiona su relato de los hechos. Se dice que ella lo buscó, que no dijo que sí pero tampoco se resistió, que lo provocó; que no tenía nada que hacer a esa hora, en ese lugar, bajo el efecto de esa sustancia.
Una carpa en el camping de Valizas y, adentro, tres varones y una mujer. Iba a ser una noche de festejos. 2019 había empezado hacía pocas horas y quienes se encontraban en el balneario de Rocha se preparaban para darle la bienvenida al año nuevo. El plan era ir a la carpa en la que se hospedaban ellos para buscar sus pertenencias y después seguir para el centro. La chica se quedaba en una cabaña del mismo complejo con una amiga, que ya se había ido a dormir, pero conocía a uno de los jóvenes, según declaró a la Fiscalía. Entró a la carpa. Cuando quiso salir, le negaron el pasaje. Insistió. Volvió a fracasar. Y ahí, entre los tres, la violaron.
La denuncia fue radicada unos días después. Los tres acusados reconocen que hubo relaciones sexuales, pero aseguran que fueron consensuadas. Sin embargo, las pericias médicas y psicológicas realizadas confirman el relato de la joven agredida. La semana pasada, la fiscal de Rocha, Valentina Sánchez, pidió la formalización de los varones por el delito de “abuso sexual especialmente agravado por invasión del cuerpo a través de la penetración y la pluriparticipación” y no por violación porque, a su entender, “no hubo violencia física”. El jueves, la jueza Andrea Aipa formalizó a los tres acusados y les ordenó 60 días de prisión preventiva.
Otras tres denuncias penales por agresiones sexuales se hicieron públicas en lo que va del año. Una mujer denunció haber sido violada en la playa de Pocitos, después de salir a tomar algo con una amiga y quedarse dormida en la arena. El agresor fue formalizado el viernes por la Fiscalía Penal de Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y de Género de Tercer Turno de Montevideo por el delito de “abuso sexual especialmente agravado en calidad de autor” y se le dictó prisión preventiva por 120 días.
Las otras dos agredidas son adolescentes y sus casos todavía están siendo analizados. Una de ellas denunció que fue violada por dos adultos en un camping de La Paloma. La madre de la otra chica denunció la violación de su hija en Fomento, Colonia, en las inmediaciones de Café del Bosque, un boliche al que había ido a bailar con amigas.
Muchas otras denuncias no se hicieron públicas. Del 1º al 13 de enero de este año la Policía recibió 39 denuncias de delitos sexuales, según datos del Ministerio del Interior a los que pudo acceder LA DIARIA. Son, en promedio, tres por día. De ese total, 26 fueron denuncias por “abuso sexual” y 13 por “violación”. En 2018 fueron radicadas 32 denuncias por violencia sexual en los 31 días que dura enero. El aumento de las denuncias no implica necesariamente que hayan aumentado los episodios de agresiones sexuales, sino que las mujeres se animan cada vez más a denunciar, aseguran las especialistas. Quizá se vean impulsadas por movimientos como el #MiráCómoNosPonemos en Argentina o el #MeToo en Estados Unidos. Tal vez haya un “efecto contagio” en Uruguay.
Lo cierto es que la difusión de las denuncias penales en los medios disparó en las redes sociales la publicación de otros casos de abusos sexuales en lo que va del año. Todos tienen un factor común: tuvieron lugar en un contexto de vacaciones, ocio, celebración. Y eso parece funcionar como una invitación para que los varones violenten los cuerpos feminizados. En este contexto, las plataformas virtuales aparecen como herramientas de sororidad en las que adolescentes, jóvenes y mujeres adultas comparten experiencias, declaran “zonas rojas” y crean redes de apoyo y contención. También alientan a las víctimas a denunciar, un paso fundamental para que los crímenes no queden impunes ni los agresores sueltos.
Pese al “efecto contagio”, las cifras oficiales muestran sólo una parte de la realidad, ya que muchas mujeres siguen sin denunciar los casos de abuso sexual por miedo, por vergüenza o porque no quieren verse obligadas a revivir la situación cada vez que tienen que repetir ante las entidades lo que les pasó. También callan por una cuestión social: no pocas veces se culpabiliza a la mujer o se cuestiona su relato de los hechos. Se dice que ella lo buscó, que no dijo que sí pero tampoco se resistió, que lo provocó; que no tenía nada que hacer a esa hora, en ese lugar, bajo el efecto de esa sustancia.
Una carpa en el camping de Valizas y, adentro, tres varones y una mujer. Iba a ser una noche de festejos. 2019 había empezado hacía pocas horas y quienes se encontraban en el balneario de Rocha se preparaban para darle la bienvenida al año nuevo. El plan era ir a la carpa en la que se hospedaban ellos para buscar sus pertenencias y después seguir para el centro. La chica se quedaba en una cabaña del mismo complejo con una amiga, que ya se había ido a dormir, pero conocía a uno de los jóvenes, según declaró a la Fiscalía. Entró a la carpa. Cuando quiso salir, le negaron el pasaje. Insistió. Volvió a fracasar. Y ahí, entre los tres, la violaron.
La denuncia fue radicada unos días después. Los tres acusados reconocen que hubo relaciones sexuales, pero aseguran que fueron consensuadas. Sin embargo, las pericias médicas y psicológicas realizadas confirman el relato de la joven agredida. La semana pasada, la fiscal de Rocha, Valentina Sánchez, pidió la formalización de los varones por el delito de “abuso sexual especialmente agravado por invasión del cuerpo a través de la penetración y la pluriparticipación” y no por violación porque, a su entender, “no hubo violencia física”. El jueves, la jueza Andrea Aipa formalizó a los tres acusados y les ordenó 60 días de prisión preventiva.
Otras tres denuncias penales por agresiones sexuales se hicieron públicas en lo que va del año. Una mujer denunció haber sido violada en la playa de Pocitos, después de salir a tomar algo con una amiga y quedarse dormida en la arena. El agresor fue formalizado el viernes por la Fiscalía Penal de Delitos Sexuales, Violencia Doméstica y de Género de Tercer Turno de Montevideo por el delito de “abuso sexual especialmente agravado en calidad de autor” y se le dictó prisión preventiva por 120 días.
Las otras dos agredidas son adolescentes y sus casos todavía están siendo analizados. Una de ellas denunció que fue violada por dos adultos en un camping de La Paloma. La madre de la otra chica denunció la violación de su hija en Fomento, Colonia, en las inmediaciones de Café del Bosque, un boliche al que había ido a bailar con amigas.
Muchas otras denuncias no se hicieron públicas. Del 1º al 13 de enero de este año la Policía recibió 39 denuncias de delitos sexuales, según datos del Ministerio del Interior a los que pudo acceder LA DIARIA. Son, en promedio, tres por día. De ese total, 26 fueron denuncias por “abuso sexual” y 13 por “violación”. En 2018 fueron radicadas 32 denuncias por violencia sexual en los 31 días que dura enero. El aumento de las denuncias no implica necesariamente que hayan aumentado los episodios de agresiones sexuales, sino que las mujeres se animan cada vez más a denunciar, aseguran las especialistas. Quizá se vean impulsadas por movimientos como el #MiráCómoNosPonemos en Argentina o el #MeToo en Estados Unidos. Tal vez haya un “efecto contagio” en Uruguay.
Lo cierto es que la difusión de las denuncias penales en los medios disparó en las redes sociales la publicación de otros casos de abusos sexuales en lo que va del año. Todos tienen un factor común: tuvieron lugar en un contexto de vacaciones, ocio, celebración. Y eso parece funcionar como una invitación para que los varones violenten los cuerpos feminizados. En este contexto, las plataformas virtuales aparecen como herramientas de sororidad en las que adolescentes, jóvenes y mujeres adultas comparten experiencias, declaran “zonas rojas” y crean redes de apoyo y contención. También alientan a las víctimas a denunciar, un paso fundamental para que los crímenes no queden impunes ni los agresores sueltos.
Pese al “efecto contagio”, las cifras oficiales muestran sólo una parte de la realidad, ya que muchas mujeres siguen sin denunciar los casos de abuso sexual por miedo, por vergüenza o porque no quieren verse obligadas a revivir la situación cada vez que tienen que repetir ante las entidades lo que les pasó. También callan por una cuestión social: no pocas veces se culpabiliza a la mujer o se cuestiona su relato de los hechos. Se dice que ella lo buscó, que no dijo que sí pero tampoco se resistió, que lo provocó; que no tenía nada que hacer a esa hora, en ese lugar, bajo el efecto de esa sustancia.