Ofrecemos un resumen de la entrevista realizada por Resumen Latinoamericano, a Geraldina Colotti, corresponsal europea de nuestra plataforma multimedia.
Geraldina, principalmente informas sobre América Latina y el Caribe, y en especial sobre Venezuela, desde una perspectiva europea. Quisiera preguntarte cómo ves el caso de Alex Saab, el diplomático secuestrado y deportado a Estados Unidos, donde se encuentra recluido: un ejemplo de la campaña de persecución contra Venezuela. ¿Cuál es tu opinión?
-El caso del diplomático venezolano es esclarecedor desde varios puntos de vista. Nos permite resaltar los paradigmas sobre los que se construyen las mentiras y falsificaciones que, en lo que respecta a Italia, se basan en los mecanismos que se afianzaron tras la caída de la Unión Soviética y en la ausencia de balance tras la derrota del gran ciclo de lucha de los años setenta del siglo pasado. A falta de una memoria histórica que permita reivindicar el derecho de las clases populares a rebelarse contra el enemigo común, se pinta un mundo al revés en el que quien oprime se pesenta como oprimido y viceversa: al punto de votar resoluciones para equiparar el nazismo con el comunismo, como sucedió en el Parlamento Europeo. Una “confusión” que vimos en la época de las «guarimbas» en Venezuela y que vemos ahora con el «pacifismo de guerra» respecto al conflicto en Ucrania. El peligro que viene de Italia, donde la izquierda ya no ha sido una barrera contra las políticas neoliberales y contra el modelo capitalista, es, en este caso, sobre todo ideológico. Un ejemplo de ello es la forma en que la información dominante ha tratado el caso de Camilla Fabri Saab, la joven esposa italiana del diplomático venezolano. Todos los estereotipos sexistas fueron utilizados contra ella para demoler su imagen, y para fundamentar la andanada de falsas acusaciones contra Alex Saab, todas las cuales cayeron luego, y solo queda la de “conspiración”: una acusación política, porque es un caso político. Ahora se espera el resultado de la audiencia del 20 de diciembre, relativa al reconocimiento del estatus diplomático de Saab, violado por Estados Unidos (N.de R.:el día 23, el tribunal, presidido por el juez Scola, rechazó la solicitud, y la defensa de Saab presentó apelación). El movimiento Free Alex Saab también se creó en Italia y en varios países europeos. Un caso que invita a reflexionar sobre el nivel de ilegalidad impuesto a nivel mundial por el imperialismo, que si bien impone sus propias normas y esquemas a los pueblos y gobiernos como si fueran preceptos inatacables, está dispuesto a pisotearlas cuando se convierten en un obstáculo para sus propios planes. La historia de Saab pone de relieve la contradicción entre la legitimidad de los derechos y la legalidad de quienes los pisotean en aras de sus propios intereses, imponiendo medidas coercitivas unilaterales ilegales a los pueblos que no se someten, cuando sólo la ONU tendría el papel de “sancionar”. Este caso demuestra que las «sanciones» son en realidad extorsiones en las que el secuestrador le dice al secuestrado y a su familia: si no me traes lo que te pido, te estrangularé a ti ya tus hijos. Esto es literalmente lo que le pasó a Saab, como relata el periodista Pedro Carvajalino en la entrevista publicada en Resumen Latinoamericano.
-Recordemos como comenzó este secuestro.
-En plena pandemia, cuando a Venezuela le quedaban pocos días de autonomía energética -eso era lo que habían provocado las «sanciones» a uno de los países petroleros más importantes del mundo-, Estados Unidos hizo llegar al enviado especial de Venezuela, quien estaba trabajando para romper el cerco, el siguiente mensaje: suspenda su actividad por dos o tres meses, porque la economía venezolana está a punto de colapsar, y lo dejamos en paz. Pero el no aceptó, y la respuesta fue el secuestro en la isla de Cabo Verde, al que siguieron torturas y un segundo secuestro un año después, en vísperas de las elecciones que habrían dado la victoria a la izquierda caboverdiana, cuyos candidatos habían prometido respetar el derecho internacional. El caso de Alex Saab es una advertencia y una oportunidad que aprovecha el imperialismo para elevar el umbral de la barbarie impuesto a los pueblos, como ocurre en las guerras de nuevo tipo. Un nivel que empieza “sancionando” a los gobiernos, grupos y pueblos convertidos en «indefendibles», pero que luego se convierte en norma general. Lo que le pasó a Saab podría pasarle a otros mañana, incluso a aquellos que no vieron el peligro pensando que solo los «antipáticos» estaban en el punto de mira imperial. No olvidemos que, en este caso como en el caso de las sanciones contra Rusia, se ha pisoteado el derecho mismo a comerciar, santificado por el mercado capitalista.
-Hablando de campañas sucias, ahora viene la del famoso futbolista, que habría sido condenado a muerte en Irán «por defender las manifestaciones de mujeres», cuando en realidad está en prisión acusado de matar a tres milicianos. Lo preocupante es que cierta izquierda, en especial ciertos movimientos feministas europeos, se han tomado la noticia al pie de la letra y la han difundido, pidiendo firmas en varias plataformas: sin ver que Estados Unidos e Israel suelen generar este tipo de campañas tóxicas contra países que no se arrodillan ante el imperialismo. ¿Cómo estás viendo este caso?
-Yo soy feminista, y pienso que la libertad de la mujer indica el grado de civilización de una determinada sociedad, creo que debe darse el debate sobre las perspectivas a elegir, sabiendo sin embargo que la lucha contra el patriarcado, que es mucho más antigua, es un eje fundamental de la lucha contra el capitalismo y contra el imperialismo. Para entender: entre una mujer que gobierna y decide por el gran capital y una mujer de las clases populares, tener el mismo sexo importa poco, lo que importa son los intereses materiales opuestos. Ignorarlo conduce a un falso feminismo, a un falso concepto de libertad, que crea confusión en los cerebros ya confusos de las generaciones más jóvenes. Lo hemos visto con las «damas en blanco» pilotadas por los EE.UU. en Cuba, o con las burguesas que intentaron imitarlas en Venezuela durante las violencias contra el gobierno bolivariano: violencias por la cual, en los países capitalistas, habría habído una reacción bien fuerte del estado y de su aparatos, incluso de carácter letal, mientras que en Venezuela, cuando los hijos de la oligarquía quemaban vivas personas en la calle, la prensa hegemónica gritaba contra la represión del “dictador Maduro”, y los fascistas eran considerados «pacíficos manifestantes» por la libertad. Esto se debe a que, según una visión neocolonial, las democracias burguesas europeas no reconocen como maduras y legítimas las instituciones de los países del sur que no agradan al imperialismo. Tras la caída de la Unión Soviética, nos enfrentamos a nuevas complejidades y contradicciones debido al papel antiimperialista que juegan algunos Estados que no tienen una visión como la nuestra. Sin perder la perspectiva, sin embargo, debemos considerar que el antiimperialismo es en todo caso una brújula para orientarnos. Cuando no sepas a quien apoyar, decía Fidel, mira dónde está el imperialismo y colócate del otro lado.
-¿Cómo ve a Italia tras el triunfo de Meloni y la difusión de posiciones neofascistas en Europa, alimentadas por las vergonzosas posturas adoptadas frente a una Rusia que ha decidido asumir el peso de la desnazificación de Ucrania? ¿Cómo percibes todo esto en la vida cotidiana?
-Si bien, en términos de votos, la victoria de Meloni se dio en un contexto electoral que registró un abstencionismo histórico, síntoma de la crisis de la democracia representativa, de la democracia burguesa, esta victoria es preocupante. La tendencia al camuflaje, propia del fascismo, encuentra terreno fértil ante la ausencia de parámetros de referencia claros. Desde hace un tiempo, en nombre del pacifismo, se vienen preparando «guerras humanitarias», en nombre del pluralismo de la información se teje una red de censuras e interdictos que muestra una realidad unidireccional, donde las razones del otro, del oprimido, desaparecen. En este caso, incluso en los medios que dicen ser de izquierda, no se ven otros puntos de vista que los de Zelensky, un títere de la OTAN que hace la guerra por terceros. Evidentemente, en la base están los intereses materiales, económicos y geopolíticos, los intereses del complejo militar-industrial, bien representados en Italia, ya en gobiernos anteriores, y más aún en el actual. Para garantizarlos, los poderosos think tanks del imperialismo trabajan con sus aparatos de control ideológico, que mueven la guerra cognitiva, pilotan emociones en un intento de resetear el modelo capitalista a nivel global, donde la economía de guerra y su correlato, la sociedad del control, tiene un rol central. Un mecanismo que utiliza alarmas y «emergencias» para perpetuar un reflejo de orden del que Italia tiene gran experiencia, que proviene de la derrota del pasado ciclo de lucha. En Italia la filosofía de la “emergencia contra el terrorismo” se ha convertido en cultura de gobierno, la legislación de la emergencia, algo parecido al “derecho penal del enemigo” que vemos aplicado en el Perú contra los movimientos de clase, está siempre presente. Tanto en Italia como en Perú, la burguesía venció una larga guerra de clases que, en Italia, dejó un saldo de más de 5.000 presos y presas políticos. En el Perú se destruyen hasta las cenizas de los guerrilleros dejados morir en la cárcel, como le pasó al compañero Gonzalo. Y cuando salen los supervivientes, con casi noventa años, se libra una nueva orden de aprehensión en su contra. En Italia todavía hay compañeros een prisión desde hace cuarenta años. Algunos de los que continuaron un poco más la lucha armada cuando ya no existían las condiciones están en total aislamiento, bajo el 41 bis, y condenados a cadena perpetua “con impedimiento”: es decir, se le imponen la traición, el arrepentimiento, el distanciamiento de los ideales y de la revuelta, como condición para otorgar las medidas alternativas a la cárcel. Lo mismo se le impuso a un compañero anarquista, que lleva dos meses en huelga de hambre contra una absurda orden de aprehensión por la que fue condenado por masacre política sólo por un inofensivo petardo puesto en la noche y que no causó víctimas. Estas reglas han sido y son apoyadas también por una izquierda securitaria, que prefiere poner dinero en tanques y represión (al modelo del Plan Colombia) y no en resolver las causas de la injusticia.
-O sea, que caen en las campañas de disciplinamiento que el capitalismo impone para aplanar rebeliones.
-Es un mensaje de disuasión y chantaje sobre las luchas de las generaciones más jóvenes, que han sido privadas del derecho a reelaborar las luchas pasadas, acusándolas de «terrorismo». Esto lo vimos antes de la elección de Pedro Castillo en Perú, empujado todos los días por los medios de comunicación a desmarcarse del «terrorismo»: todo esto para que el terrorismo de verdad, el de Estado, pudiera seguir reprimiendo con la Operación Olimpo u organizando golpes institucionales con sus contorno represivo, como ocurre ahora. Por eso, los camaradas no deben caer en la trampa de distanciarse de la guerra de clase, aún cuando no compartan la vía guerrillera que se ha venido practicando, porque la burguesía la utiliza para elevar el umbral de tolerancia a la represión, pidiendo complicidad en la aplicación del “derecho penal de el enemigo”: mecanismo que a partir de considerarte enemigo, suspende tus garantías constitucionales. En la economía de guerra y de control social, este mecanismo se extiende a todas aquellas categorías consideradas peligrosas, y sirve a la gigantesca guerra contra los pobres que se desarrolla a nivel mundial. En cuanto al peligro del fascismo, este también está muy presente en América Latina, como se ha visto con la reciente reunión organizada en México por el partido español Vox y los partidos que lo apoyan: desde la Italia de Meloni hasta Europa y Estados Unidos. Una reorganización que tiene en la mira los procesos progresistas y socialistas de la región latinoamericana y caribeña, para evitar que reaviven las esperanzas incluso en las clases populares de los países capita