Publicidad engañosa: ¿comemos lo que creemos?

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Soledad Barruti es Lic en nutrición y periodista. Escritora de dos libros ‘Malcomidos’ y ‘Mala leche’. A través de sus redes sociales invita a la comunidad a la alimentación libre de conflictos de interés y en la agricultura, no en el agrinegocio.

En su espacio DETECTIVES EN EL SÚPER Soledad realiza un análisis minucioso de los componentes de los productos que ingerimos cotidianamente, e invita a pensar de manera crítica la composición de los alimentos.

En el último post publicó acerca de las sopas en sobres y caldos de verdura:

Pese a las verduras que ilustran hermosamente los paquetes, el primer ingrediente de uno de estos productos es sal, del otro, azúcar.

Los calditos son de sal, primer jugo vacuno, grasa vacuna hidrogenada, azúcar, almidón, agua (CHIQUES VAMOS SEIS INGREDIENTES hasta que charaaaan perejil. PEREJIL. (Nos están vendiendo carísimo sal, grasa, azúcar y perejil en escamas ) Luego cebolla en polvo, ajo en polvo y otra vez Maltodextrina (¡azúcar!).

Recuerda: (Antes de seguir les pido que recuerden esto: la lista de ingredientes se da en orden descendente según cantidades. Cada caldito pesa 9,5 gramos. Imaginen lo que van a comer de las verduras que siguen a continuación: migajas deshidratadas que no podrían ni tomar con la punta de los dedos). Zanahoria, puerro, pimiento rojo. De yapa llevan harina de arroz y laurel molido más lo que verdaderamente hace que podamos llegar a comer esa bazofia: tres exaltadores del sabor. Glutamato monosodico, inosinato disodico y guanilato disodico. Cosas que les dan a las ratitas de laboratorio para abrirles el apetito. Ah, y colorante y emulsionante, faltaba más.

La sopita de espárragos ofrece antes que nada un azúcar: maltodextrina es su primer ingrediente. Luego almidón de papa, sal, y espárrago, que quedará tapado por aceite refinado de palma, aceite de girasol, jarabe de glucosa (más azúcar, más) y los exaltadores de rigor que anestesian el paladar y anulan la razón.

Ahora imagínense si en lugar de verduras en los frentes de los paquetes hubiera rótulos honestos. Imagínense si pudiéramos ver al frente de los envases sellos negros que alerten sobre las cantidades demenciales de azúcar y sal que las marcas le ponen a sus productos. Creo que sería un gran primer paso para empezar a despabilarnos.

En https://www.change.org/p/no-queremos-comer-mentiras-sellos-negros-en-los-productos-procesados-y-ultraprocesados-rubinsteinok hay un petitorio para que nuestro país empiece a desempolvar las leyes que necesitamos para dejar de comer mentiras.

Y si quieren sopa busquen vegetales y frutas de estación -calabaza, cebollas, pera… especias -curry, por ejemplo-, agua, fuego bajito, #comidareal y sean felices

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