La Justicia criminal decidió el procesamiento del médico y la anestesista que llevaron a cabo la endoscopía que terminó con la muerte de la periodista y legisladora Débora Pérez Volpin. Los considera responsables del fallecimiento de Volpin, ocurrido durante febrero en el Sanatorio la Trinidad de Palermo. El juez en lo penal Carlos Bruniard dictó el procesamiento en contra de ambos profesionales y les fijó un embargo a cada uno de 1.700.000 pesos, según consignó la agencia Noticias Argentinas.
El magistrado evaluó el estado de salud de la periodista y legisladora porteña acreditando que Pérez Volpin «no presentaba patologías preexistentes de causas inflamatorias, infecciosas, vasculares o neoplásticas idóneas para producir o contribuir a su muerte». La autopsia de Pérez indico perforación de tres milímetros en el esófago y aire hasta en el cerebro. En su fallo detalló: «Dicha perforación fue la que permitió el pasaje de gas al mediastino generando neumomediastino, neumopericardio y neumotorax bilateral con la consiguiente sucesión de los hechos».
En relación al endocospista dijo: «Entiendo que la violación al deber de cuidado por parte del nombrado profesional ha radicado justamente en no haber advertido ni tratado la efracción producida de la mucosa esofágica, que desencadenó el pasaje de gas al mediastino dando lugar al neumomediastino, neumopericardio y neumotórax bilateral, ello a pesar de resultar un riesgo propio del procedimiento, de contar con los elementos que le permitían visualizar dicha lesión, y de haber presentado la paciente los síntomas propios», completó en el escrito. En ese marco, el juez indicó: «Concuerdo con la conclusión arribada en los informes periciales realizados y considero que el imputado, como consecuencia de un incorrecto manejo del equipo a su cargo, produjo una lesión de tipo instrumental endoscópico en la vía digestiva, que generó el paso de aire a presión en la zona del tórax provocando un barotrauma que derivó en una congestión y edema pulmonar que llevó a la falla cardíaca final de su paciente».
En cuanto a la anestestista, Bruniard valoró que ella «advirtió tardíamente el cuadro que presentaba la paciente y su posterior desempeño contribuyó al desenlace final luctuoso». «Considero que la médica, confiada en que se trataba de un estudio de rutina en el cual estadísticamente no se registran complicaciones, desatendió los signos vitales de su paciente, recostándose en el equipo que la monitoreaba», estimó.