Especialistas aseguran que la magnitud del proyecto que se pretende instalar en Río Negro, podría ser la condena de cóndores y otras especies.
Desde un tiempo a esta parte, el hidrógeno verde se convirtió en uno de los temas más tratados por el gobierno provincial. Charlas, conferencias, viajes y presentaciones sobre una materia de la que poco o nada, se había escuchado hasta el momento y el desarrollo de un mega proyecto que promete mucho según indican desde la provincia, aunque poco se dice de los contras que puede traer aparejado.
El hidrógeno verde, como explica el paleontólogo, profesor de la UNRN e investigador del Conicet, Leonardo Salgado, “es un elemento que no existe en estado libre, por lo tanto, hay que obtenerlo”. Si bien en la actualidad se produce en algunos puntos del mundo, es utilizado puntualmente como insumo industrial.
Actualmente, el hidrógeno gris se obtiene del carbón y el gas natural, en tanto que el verde, es obtenido del agua. “El gris genera emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que el verde no lo hace”, remarcó el hombre.
“La gran apuesta de los países industrializados es usarlo como vector energético, es decir, como un eventual sustituto de los combustibles fósiles. Primero por la crisis ambiental pero además, porque son recursos no renovables y están en baja”, explicó Salgado.
Para producir hidrógeno verde, se necesita fundamentalmente, agua dulce, pero como es la misma que utilizamos para el consumo humano, la producción de alimentos entre otras cosas, la empresa Fortescue pretende desalinizar el agua del mar.
“Esto generará un residuo hipersalino que luego será devuelto al mar. Se estima que la planta desalinizadora estaría en el Golfo San Matías, pero la constante devolución de la ‘salmuera’ al mar, generaría modificaciones en las propiedades del agua y esto terminaría produciendo impacto”, señaló Salgado.
El hombre remarcó que “el gobierno dio un mensaje de que no producía impacto, pero es falso”, ya que la desalinización del agua es solo una parte del proceso que conlleva la producción del hidrógeno verde.
Para generar este material, se realiza un proceso llamado electrólisis, mediante la cual se rompe la molécula de agua. Para esto, es necesario contar con electricidad y aquí viene uno de los principales puntos que objetan distintos especialistas.
La planta de hidrógeno verde que el gobierno permitirá a la empresa Fortescue construir, estará emplazada en la zona de la meseta de Somoncurá, un área natural protegida. Para esto, se le cederán 625 hectáreas a la firma australiana, donde instalará un parque eólico de magnitudes no vistas en el país, aunque oficialmente no hay un número definido.
La meseta de Somoncurá tiene 1.600.000 de hectáreas que son área natural protegida. Foto: Ministerio de Turismo de Río Negro.
“Tampoco hay un estudio de impacto ambiental hecho”, sentenció Salgado quien agregó que en “Argentina hay menos de 900 molinos eólicos en todo el país. Y acá serían 1600 para un solo proyecto. Eso explica las 625 mil hectáreas del área protegida de Somoncurá que se entregarán”.
En mayo de 2022 se promulgó la ley 5560 en la que se declara de interés provincial a la iniciativa privada encabezada por Fortescue para “la realización de todas las obras necesarias de infraestructura necesarias para la generación de energía eléctrica de fuente renovable”. En la normativa, además, se establece que la concesión para la ejecución y explotación del proyecto será por 50 años, prorrogables por otros 25 más.
A cambio, se deja asentado que se cobrará un canon en dólares estadounidenses, cuya suma será distribuida, por ley, en un 30% a la conformación de un Fondo que, dicen, tendrá como objetivo, financiar obras en los municipios que entren en el área de influencia del proyecto de Fortescue. Un 10% restante será para la coparticipación de los municipios y el resto, irá al tesoro provincial.
En la ley, se aclara además que la licitación pública, mediante la modalidad de concesión, tiene por objeto otorgar hasta 625 mil hectáreas de tierras fiscales provinciales para el desarrollo de energía eléctrica de fuente renovable, aunque deja asentado también que la Provincia se reserva “la potestad de conceder otros permisos de uso sobre las tierras fiscales comprometidas en el presente proyecto”.
Para Salgado, “no se conoce toda la información, y pretenden una hacer una transición a tontas y a locas, sin haber consultado siquiera, a las 30 comunidades de pueblos originarios que hay en la zona de Somoncurá”.
En este sentido, remarcó que “nosotros vamos a poner el territorio y vamos a recibir todos los impactos, que van a ser muchos, con el argumento extorsivo como lo es el de los puestos de trabajo que para nosotros está inflado: nadie puede explicar de dónde salen los 60 mil puestos laborales”.
Para Salgado, y otros especialistas que se manifestaron en similar posición, el problema no es el hidrógeno verde ni mucho menos, los parques eólicos para crear fuentes de energía renovable, sino la magnitud de este único proyecto del que se desconocen los impactos ambientales que pueda generar, aunque algunos se temen.
Molinos en la ruta de vuelo de los cóndores
Luis Jácome es biólogo y director del Plan de Conservación del Cóndor Andino, programa que se creó hace más de 30 años con el objetivo de preservar a la especie, que viene en jaque mate desde larga data.
Hace poco más de un año, trabajaron en la elaboración de documentos en los que explican sobre cómo puede afectar a los cóndores, murciélagos y otras especies, la instalación de molinos eólicos, “pero en ese momento, el escenario de hoy, parecía muy lejano”, indicó.
En los textos académicos elaborados, se referían a casos de Europa y Estados Unidos, donde los parques eólicos causaron estragos en algunas especies. “La industria se desarrolló de forma super acelerada y hoy pagan las consecuencias. Se lleva a especies al borde de la extinción”, remarcó.
En el caso de Fortescue, se pretende la instalación de un parque eólico con un número de molinos que, según la versión, oscila entre 400 y 1600, en la meseta de Somoncurá, un área natural protegida y donde cruza la ruta de vuelo de los cóndores.
Sobre esto, hay dos factores que para Jácome, requieren especial atención. Uno de ellos es que “en Argentina la industria es muy incipiente y hay cosas que no están estipuladas. El país no cuenta con una ley que obligue a las empresas a informar sobre la siniestralidad. Los parques eólicos que existen no tienen la obligación de presentar declaraciones juradas sobre los siniestros en cuanto a ambiente y a fauna se refiere”, explicó.
El cóndor es una especie vulnerable en Argentina. Foto: Marcelo Martínez.
Esto trae aparejado que no se pueda determinar a ciencia cierta, cuál es el impacto de los parques eólicos en la zona donde estén instalados, pero además, “las provincias son autónomas. Una empresa presenta su estudio de impacto ambiental y el gobierno provincial ejecuta si así lo considera”, sostuvo.
En lo que refiere a los cóndores puntualmente, “no da lo mismo la instalación de un parque eólico en una provincia que en otra, porque hay zonas que son rutas del cóndor y van a tener que atravesarlas con los molinos allí”, manifestó.
El programa de conservación se pensó hace tres décadas debido a que el cóndor es una especie vulnerable y esto aumentó en el último tiempo debido a varios factores como lo son “choques con los cables de alta tensión, ingesta de balas de plomo, ya que si ingieren animales que fueron abatidos por plomo, se mueren, y a partir de 2017 se intensificó también el problema del veneno, con los cebos tóxicos que se utilizan para controlar a otros animales”, relató.
“Ahora surge otro factor más que no esperábamos que es el hidrógeno verde”, señaló y al igual que Salgado, aclaró que “nuestra intención no es oponernos al desarrollo, sino ordenarlo y que tenga una planificación estratégica”.
Jácome relata que “a partir de 2005 cuando empieza a caer la producción de combustible fósil que no se reemplaza, salen técnicas mucho más agresivas y empieza a haber un problema en lo que hace a la demanda industrial que se mueve con diésel. Es allí cuando se dan cuenta de que es necesario un sustituto y el hidrógeno verde se plantea como tal”.
El hombre expresó que “la intención es hacerlo verde, para lo cual necesitan megas parques eólicos y es así como el destino de los cóndores y murciélagos se ve ensombrecido” y lo ejemplificó con el caso de un parque eólico que pretendían instalar en Chile, donde el estudio de impacto ambiental preveía que debido a los 65 molinos que instalarían, se morirían 120 cóndores, “es la población entera de cóndores de todo Colombia”, señaló.
En el caso de Chile, se convocó a distintas instancias de participación ciudadana que dieron como resultado, dar marcha atrás con el proyecto, pero “en Argentina no ocurre lo mismo, se monta un proyecto sobre tres pilares: la lucha contra el calentamiento global, la gran inversión que traerá y las fuentes de trabajo que generará”, enumeró y agregó que “en un país con la crisis como la que atravesamos, parece que estos ejes habilitaran cualquier cosa”.
El proyecto como el de Fortescue, con una magnitud desconocida en el país, para Jácome “es una condena a extinción de la especie”, ya que el cóndor no es un ave que sobreabunde, sino por el contrario.
Se estima que, en total, entre todos los países sudamericanos donde habita el cóndor andino, la población no supera las 6700 aves. La mayoría, vive entre Argentina y Chile, donde cruzan sus rutas de vuelo. Si aumenta la mortandad de los cóndores en la región, el resultado podría ser simplemente, nefasto. “Tenemos una responsabilidad gigantesca, porque si desaparece acá, desaparece de Sudamérica”, remarcó.
Además, otro de los problemas que se suma según manifestaron los especialistas, es que en la zona donde se instalaría el parque eólico, residen pobladores rurales que viven de su pequeña producción ganadera. Según habrían manifestado desde la empresa, no generaría problemas y podrían convivir los animales con los molinos, lo cual “es otro factor de peligro ya que es como tirar un anzuelo para los cóndores”, consideró.
Jácome explicó que mantuvieron cinco encuentros con referentes de la empresa Fortescue y que “están preocupados por el impacto ambiental que pueda generar porque eso no está bien visto hacia el extranjero”, pero, aunque destacó la actitud de la firma australiana, remarcó que “el proyecto continúa”.
A pesar de las reuniones mantenidas con la empresa, Jácome aclaró que no hubo instancias similares con el gobierno provincial. “El gobierno no convoca al replanteo del manejo de Somoncurá, por ejemplo, que, si se llena de generadores, va a tener consecuencias finales devastadoras”.
“Producimos algo que se lleva al norte y acá queda todo el impacto y residuo de esa producción. Seamos sinceros, se hace para sostener los niveles de producción de la actualidad, pero el costo ambiental lo pagaremos nosotros”, finalizó.
Fuente: ANB