«EL PAPÁ NOEL DE SANTA ROSA»

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«No quiso revelar su nombre»

 

Cada Nochebuena, Papá Noel se pone su traje rojo, sus botas negras, el gorro, se arregla su barba blanca y larga, carga su bolsa llena de juguetes y emprende un extenso viaje para lograr que cada niña y niño tenga su regalito. Para poder cumplir con cada uno y cada una de ellas, es fundamental que Papá Noel tenga aliados en cada ciudad. El enviado santarroseño, no quiso dar a conocer su nombre y apellido para continuar con la mística tradicional de no conocer en profundidad la identidad del hombre que recorre el mundo.

El sábado fueron los pequeños y pequeñas del área de Pediatría del hospital Lucio Molas los primeros en recibir su juguete. «Una sonrisa les cambia mucho», aseguró el vecino de 68 años que llegó de sorpresa a la institución de salud. Es la segunda vez que lleva adelante este tipo de acciones en el Lucio Molas porque hace cinco años también lo hizo. Pero en aquél momento, según contó, había 28 chicos y esta vez solo cinco.

La idea se le ocurrió el viernes por la noche y como tiene una amiga médica en Pediatría le consultó cuántos niños y niñas había internados. El sábado se levantó y, en modo Papá Noel, se dirigió a una juguetería mayorista y compró los obsequios, pero no solo cinco. «Siempre llevo algo de más porque también hay hermanitos esperando en la sala y reciben a la pasada».

Los juguetes elegidos por el hombre fueron autitos, animalitos, ladrillos, juegos didácticos. «Al no saber las edades, uno lleva lo que les parece. La idea es llevarles algo que lo usen en el momento que están internados», explicó. «En otras oportunidades he llevado ropa pero todos hemos sido chicos, y si nos regalaban ropa o juguetes, preferíamos el juguete por más ordinario y barato que sea porque los disfrutábamos más», agregó.

Cuando llegó el momento que se abrieron las puertas de las habitaciones, las caras de los niños y niñas se transformaron en felicidad y asombro porque Papá Noel había llegado. «Les ves la carita y no lo pueden creer. Yo me emociono y se me empieza a cortar la voz», relató y señaló: «No es un sacrificio hacerlo y a los chicos una sonrisa les cambia mucho y a uno, una sonrisa, lo llena mucho».

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