A quienes la luchan todos los días

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Manifestación. Cuadro de Antonio Berni.

Por Ezequiel Kosak

Esta semana, el gobierno nacional, en feliz acuerdo con empresarios y un par de ¿gremios?, abolieron la jornada laboral de ocho horas para buena parte de la clase trabajadora argentina.
Claro que, para hacerlo, recurrieron a una estrategia discursiva que envidiaría el mismísimo George Orwell: lo anunciaron como un aumento.
“En febrero del 2022, el salario mínimo ascenderá a casi treinta mil pesos”. ¡Celebremos! Traigan la pizza con el champán.
Un día antes, publicaban las estadísticas oficiales con los datos de marzo del 2021: una familia necesitó más de sesenta mil pesos para no ser considerada pobre.
Ni trabajando las dos personas adultas fuera del hogar podrían vivir más o menos bien. Pasarse el día laburando para que el sueldo no alcance: tendrán que trabajar más, todavía.
Si es que consiguen empleo, antes de que contraten a cualquiera de los otros dos millones de desocupados que, sin éxito, también lo están buscando.
Mientras tanto, andamos entre nosotros a los gritos, que si la pandemia, que si Macri, que si el peornismo.
Y yo me pregunto, ¿cómo podríamos los/as trabajadores/as cambiar esta historia?
Supongo que ser solidarios con las luchas de los demás trabajadores, sin fijarnos tanto en sus banderas, sería un buen comienzo.
A fuerza de huelgas y manifestaciones tenemos lo que tenemos. No es por pincharles el globo, pero solo uno en un millón ganará muchísima plata con lo que invente en su garaje: esa lección la tenemos que saber.
Así que basta del “agarrá la pala” o “vago andá a laburar”. No hay mérito ni dignidad en ser rompehuelga ad honorem.
Las protestas están llenas de gente que creía no necesitar de nadie, porque todo se lo ganaría con su propio esfuerzo. No serás el primero en equivocarte creyendo que esa desesperación a vos nunca te va a tocar.
Y tampoco nada de “su reclamo es justo y yo estoy de acuerdo, pero no es el momento de criticar, ¿no ves cómo están las cosas, de dónde venimos?, tengamos paciencia, démosle tiempo al gobierno que votamos”.
Todo bien si uno decide ser chupamedias del gobierno de turno, aunque está bueno tener presente que sus representantes nunca harían ese trabajo gratis. Al menos reclamen un lugar en las listas, por ahí premian su obediencia acomodándolos en un cargo.
Pienso que nuestra situación sería mejor si peleáramos juntes por nuestro derecho a disfrutar más días libres de los que necesitamos trabajar para apenas ir tirando.
Ojalá cada primero de mayo recordemos que, si nos organizamos como clase laburante, ese futuro, además de deseable, es posible. Confío en eso, es una de mis pocas esperanzas mientras transitamos esta nueva década infame.

PD: Hace más de un mes, un pibe fue a una entrevista de laburo y desde entonces no sabemos nada más de él. Que desaparezca una persona no debería ser algo tan fácil. Berni, ¿dónde está Tehuel?

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