Crisis laboral en Argentina: ¿Jóvenes sin destino?

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Por Mariano Féliz

El INDEC publicó el 24 de septiembre los datos correspondientes al relevamiento de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del segundo trimestre de 2021. Confirmando la leve y dispar recuperación del mercado de trabajo luego del impacto de la cuarentena profunda del año anterior, los resultados abren más preguntas que dar respuestas. Lo que queda claro es la fractura del mercado laboral.

En el segundo trimestre de 2021, la tasa de empleo llegó a 41,5% de la población correspondiente a los 31 aglomerados urbanos relevados. Esto representa unos 11,98 millones de empleos. Si lo comparamos con los datos de igual período (Abril-Junio) de 2020, la creación de puestos de trabajo es de 2,45 millones. Por supuesto, esta es la recuperación desde el piso de la cuarentena. Si lo comparamos con el segundo trimestre de 2019, en 2021 el número de ocupados cayó en 9300 puestos. Es decir, que aún no se recupera el nivel de empleo de hace dos años.

En este contexto, suena de sentido común que baje la desocupación. Hace un año, la tasa de desocupación era de 13,1% de la población económicamente activa (PEA); el último dato la lleva a 9,6%. Claro que esta caída tiene un doble componente explicativo. Primero, por supuesto, el incremento en el número de puestos de trabajo. Pero segundo, y más importante para entender lo que está pasando exactamente, la forma en que se calcula la tasa de desocupación. Esta tasa registra la proporción de personas que “buscan activamente empleo” en relación a la población que participa “activamente” del mercado de trabajo (tenga o no tenga empleo). De hecho, mientras el empleo aumentó fuertemente entre 2020 y 2021, el número de desempleades sólo se redujo en 163 mil. Sigue habiendo 1,27 millones de personas que buscan “activamente” trabajo y no lo encuentran.

¿Pero cómo puede ser? La palabra “activamente” es la clave. Lo que ha ocurrido es que si bien se han recuperado puestos de trabajo, mucha gente abandonó la búsqueda activa de empleo. En el último año cayó fuertemente la tasa de actividad, es decir se redujo el número de personas que participan activamente del mercado laboral. Mientras en 2019 la tasa de actividad superaba holgadamente el 47% (es decir, 47% de la población era activa participante del mercado laboral, trabajando o buscando empleo), el último dato de 2021 indica que sólo 45,9% están activamente involucrades en el mercado de trabajo. ¿Qué implica esto?: si estuvieran activamente en el mercado de trabajo la misma proporción de personas que en el segundo trimestre de 2019 (tasa de actividad de 47,7%), hoy habría 520 mil personas desocupadas más. La tasa de desocupación sería de 13,8% en lugar de ser sólo de 9,6% como mencionamos al inicio.

¿Cuáles pueden ser las causas de la caída en la tasa de actividad? Puede haber muchas explicaciones. Tal vez algunas personas se cansaron de buscar empleo sin chances de encontrarlo y sin recursos para autoemplearse; tal vez los pésimos salarios pagados en empleos precarios no compensan los gastos de moverse todos los días al trabajo y dejar otras actividades, tal vez hay otros motivos, o una combinación de los mismos.

Los datos dan cuenta de algunas pistas. Primero, entre las mujeres más jóvenes (entre 14 y 29 años) la tasa de actividad se recuperó casi totalmente en estos dos años (sólo bajó 0,9 puntos porcentuales). Ellas seguramente pudieron conseguir parte de los empleos precarios y de jornada reducida que se crearon desde el inicio de la cuarentena. La tasa de subocupación demandante (es decir, la proporción de las personas ocupadas que buscan trabajar más horas, o conseguir otro trabajo) subió para el conjunto de la población de 9,6% a 12,4% en el último año; es decir, que hay una mayor proporción de personas trabajando en empleos que consideran insuficientes. Por otro lado, los varones adultos (entre 30 y 64 años) redujeron tan sólo 0,5 puntos porcentuales su tasa de actividad. En ambos casos, mujeres jóvenes y varones adultos, la tasa de empleo es casi igual que hace dos años (-0,3 y -0,2 puntos porcentuales, respectivamente).

Ahora bien, en el caso de las mujeres adultas (de 30 a 64 años) la tasa de actividad no se recupera, y permanece 2 puntos porcentuales por debajo de igual período de 2019. En este caso, la tasa de empleo se recuperó casi por completo pero aproximadamente 296 mil mujeres se retiraron del mercado laboral. Seguramente acá haya jugado un papel clave la concentración de tareas de cuidado sobre sus espaldas, y las condiciones del mercado laboral (crecientemente precarizado) no crea condiciones para su vuelta. En el caso de las mujeres jóvenes, los bajos ingresos y la precariedad no reducen tan fuertemente la motivación para buscar esos empleos.

Por último, el dato más preocupante: en los últimos dos años, cayó 9 puntos porcentuales la tasa de actividad de los varones jóvenes (14 a 29 años). Difícilmente pueda alegarse que ello ocurrió producto de un salto en el ingreso de los mismos a la educación media y superior; tampoco es resultado, seguramente, de que los varones jóvenes se hayan volcado masivamente a tareas de cuidado. Por el contrario, parece que -a diferencia del caso de las mujeres jóvenes- la creación de puestos de trabajo para este sector de la población ha sido muy débil: la tasa de empleo pasó de 45,8% en 2019 a sólo 43% en 2021, casi tres puntos porcentuales menos.

Esta información indica que la recuperación económica incipiente en el marco de una crisis de largo plazo (que ya lleva una década) marca límites claros a las posibilidades de recuperar mínimas condiciones de inclusión laboral en el marco del capitalismo dependiente argentino. En estas condiciones, no hay abanico de programas de empleo que puedan contrarrestar tal situación. Sin un cambio de estrategia de desarrollo, sin otro proyecto societal, este camino difícilmente se pueda torcer.

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