Tal como se preveía, la inflación se aceleró en febrero. Más allá del torniquete monetario, la fuerte recesión, el bajón del consumo, la mayoría de las paritarias aun no cerradas y la relativa estabilidad del dólar, vencieron la inercia, y los ajustes de tarifas, desde ya.
Así, según el IPC Online de Bahía Blanca, los precios subieron 3,61% en febrero. Una cifra altísima, agravada por el escenario antes citado, y con un dato que preocupa: el precio de los alimentos y las bebidas avanzó 4,81%. Inevitablemente, eso pegará en la tasa de pobreza. Otra medición privada, muy seguida en Casa Rosada, estimó la suba de febrero en 4%.
El Indec, que midió 2,9% en enero, dará su veredicto el próximo jueves 14.
La situación no se calmaría en marzo, por cierto y las estimaciones privadas que recogió El Economista rondan el 3,5%, como piso. Además de la inercia que deja febrero, se suman la electricidad (+14% promedio), el transporte en AMBA (+9,4%) y, una vez más, las naftas. En tanto y en cuanto, el dólar siga estable.
Así, las consultoras están subiendo su estimaciones para 2019 y el nuevo consenso, que se vería reflejado en el próximo REM del BCRA, ya se ubica arriba de 30% y acercándose a 35%. Ante ese escenario, las perspectivas para el salario real son pobres y las chances electorales del oficialismo, inciertas.
Según un reporte reciente del Frente Renovador, el promedio de inflación de la gestión de Mauricio Macri es de 36,2%.