Por José Ernesto Schulman* https://cronicasdelnuevosiglo.com/
“Quien mata a un ser humano es como
si matase a toda la humanidad, y quien salva una vida
es como si hubiese salvado el mundo entero.
Igual texto en el Corán que en el Talmud
Aunque no hay números muy precisos sobre la cantidad de asesinados en el territorio que hoy constituye la Argentina, si se sabe que la Invasión Militar Europea de finales del siglo XV, la “Conquista” de Nuestra América, exterminó unos cincuenta millones de seres humanos originarios, tanto por la fuerza de las armas como de las plagas que trajeron. Cincuenta millones
La guerra contra los restos de los pueblos originarios tienen registros un poco más precisos: unos catorce mil en la Patagonia, algunos miles en el noreste argentino y tres de cada cuatro paraguayos varones, o sea doscientos ochenta mil paraguayos (contra una sumatoria de ciento veinte mil argentinos, uruguayos y brasileros) en la llamada Guerra de la Triple Alianza que en realidad fue el exterminio de los pueblos guaraníes y de la experiencia de autonomía de Gaspar Francia. Casi medio millón.
El tercer genocidio, el de finales del siglo XX, tiene también datos imprecisos, se dice treinta mil aunque la característica distintiva del terrorismo de Estado de los 70, su carácter oculto, secreto, clandestino hasta para el Estado que lo perpetró impiden tener uno a uno el nombre de cada uno de ellos. Por eso treinta mil, en la Argentina, no es un número sino un símbolo y por eso cuando se dice que no son treinta mil, no están diciendo exactamente que son 29888 o 27581 sino que los desaparecidos, los muertos, los presos y torturados, los exiliados y mutilados, bien desaparecidos, muertos, presos, torturados, exiliados y mutilados están. Son treinta mil fue genocidio.
El sistema de registro del Estado Argentino, que se nutre de los registros de todas las provincias y lo valida al publicarlo, dice que al menos han muerto treinta mil personas en la Argentina a consecuencias de la pandemia iniciada para el mes de marzo (el ocho de marzo sufrimos la primer muerte, en el mes de octubre la treinta mil).
Quiénes son estos muertos? Cómo se llaman? A qué equipo de futbol o de básquet seguían? Amaban el teatro, el cine, la tele o la radio? Cuántos de estos treinta mil sobrevivieron a los treintamil? Donde están sus rostros, sus risas, sus llantos, por qué nadie los nombra? Quiénes los lloran?
No escribo en nombre de nadie, solo asumo el deber de todo sobreviviente del genocidio pasado, no aceptar jamás la muerte como “natural” como “inevitable”.
Dicen que son menos de los que se podrían haber muerto. Y cuántos son los que podrían haber muerto? Donde está escrito?
Treinta mil sobre cuarenta y cuatro millones son muchos o son pocos? Son unos 66 muertos por millón de habitantes.
Con quién nos comparamos?
Con Cuba?, 129 muertos, 11, 29 por millón.
Con Colombia?, 30348 muertos, 61, 13 por millón.
Con China?, 4739, 3, 40 por millón.
De quién son estos muertos?
De nadie? De verdad van a decir que estos muertos son resultado de una calamidad, de una catástrofe natural, que era inevitable?
En pocas palabras, estos muertos, todos nuestros muertos, el millón de muertos de los EE.UU., Cuba, España, Rusia, Colombia y cada uno de los países, son el resultado de dos dinámicas resultantes del desarrollo del capitalismo, de su reproducción ampliada al decir de Carlos Marx quién hace bastante tiempo ya explicó que para reproducir las condiciones de cada ciclo de producción económica había que reproducir, de manera ampliada, obvio, las condiciones de la dominación social.
Estos muertos son del capitalismo y no decirlo, seguir proclamando su vigencia y su necesidad histórica por supuestas capacidades de eficacia u otras, es una bofetada en el rostro del millón de muertos, de nuestros 30000 y de los treintamil.
La pandemia es uno más de las consecuencias de un modelo económico que no ha respetado las proporciones ni las condiciones de supervivencia del planeta tierra, no es para nada casualidad, es la consecuencia directa de siglos de explotación irracional de la tierra, el agua, el aire, las montañas, las plantas, los animales y a todo lo que le pudo sacar ganancia.
Y la Argentina no estuvo ni está fuera de ese ciclo de destrucción de la naturaleza. El modelo sojero exportador, la minería intensiva, el uso abrumador de agro tóxicos y otros venenos legales han sido la característica del modelo aplicado en el siglo XXI y que se pretende ahora relanzar bajo la excusa de pagar la deuda externa y estabilizar la moneda norteamericana de curso cuasi legal en la Argentina. La apuesta al modelo exportador nos aprisiona en el modelo agrario intensivo ya conocido: despoblación, superpoblación de las ciudades, agotamiento del suelo, de los ríos, contaminación, muerte. Solo hay un modo de desarrollar el capitalismo y es este, persistir en la reproducción ampliada del capital en la Argentina es aportar la parte propia a la destrucción del paneta y la sucesión de pandemias. Ningún inocente por aquí.
Pero, por qué en China hay menos de cuatro muertos por millón, en Brasil, por el contrario, hay setecientos muertos por millón, nada menos que ciento cincuenta muertos y en Argentina hay sesenta y seis muertos por millón de habitantes.
No queremos hacer análisis lineales ni simplistas pero está claro que la fase neoliberal del capitalismo destruyó los sistemas de salud públicos, la capacidad medico científico, la dotación sanitaria y las instalaciones necesarias. Aquí, luego de siete meses, el Ministro Ginés dice que ni siquiera pueden registrar correctamente la cantidad de testeos que se realizan. Nuestros médicos intensivistas se cansaron de denunciar faltante de personal calificado y así de seguido.
Estos treintamil, tan dolorosos y evitables como aquellos de los setenta, son el resultado de las políticas neoliberales de Menem, De la Rúa y Macri; pero también de la falta de voluntad y/o la impericia para cambiarlas por otras. Igual que un auto en pendiente abajo, las políticas macristas generaron una fuerza de inercia que no es fácil modificar, pero digamos claro que si las políticas humanistas son de tan baja intensidad las políticas que se abren paso son justamente las de la muerte, las de Macri y las derechas genocidas.
Igual que ayer, no permitamos que los transformen en NN, ahora de un modo nuevo, pero con la misma capacidad de borrar sus rostros, ocultar sus nombres, transformarlos en un número.
30.000
Treinta mil
Treintamil
La muerte de cualquiera me disminuye, porque me encuentro involucrado en la humanidad;
por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;
están doblando por ti”.
Herman Hemingway, “Por quién doblan las campana”
*Militante por los derechos humanos, secretario de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, escritor, educador popular