Militante social, político, docente y antes chivero, Jesús Fernández nos envió desde Santa Isabel para LT Noticias este hermoso relato para compartir.
Cuando se habla de Santa Isabel o del Oeste, la primera imagen que se nos presenta en la imaginación y más aún en aquellas personas que aquí no viven es de tierra, de vientos, sequía, sed, hasta de mortandad de animales y de un pueblo sin sombra de árbol alguno…
En cierto punto eso es así, o quizá alguna vez fue así y no hace mucho tampoco. Es verdad que no tenemos agua y que en el verano escasea mucho más la del acueducto y ni hablar la de lluvias. Es verdad también que los animales se nos mueren por las sequías, sin ir mas lejos, en toda la zona se están muriendo animales desde hacen muchos meses.
Pero hoy queríamos detener la marcha en el monte del descanso, secarnos un poco la transpiración de la frente, sacudirnos el polvillo de la sequedad del camino y de los olvidos para llenarlo un instante de lindas imágenes o mejor dicho, de frutales de antes y algunos que aún hoy resisten cualquier tipo de inclemencia o de pronósticos.
Ya en 1870 aproximadamente Lucio V. Mansilla describe en su libro («Una Excursión a los Indios Rankeles «), como el Pueblo Rankel producía alimentos propios trabajando la tierra en lugares inhóspitos.
Mi mamá me cuenta que hacen unos 70 años atrás cuando casi no existían casas en el pueblo de Algarrobo y Santa Isabel cada puesto tenia su huerta bien atendida por las Mujeres, Madres e hijas generalmente. Que en los comercios del pueblo solo se conseguía papa y cebolla y de vez en cuando algún choclo. Es por eso que en los puestos también comenzaron a sembrar maíz, lechuga, Acelga y zapallo entre otras aromáticas como la menta, el poleo, te de burro, matíco, aprovechando el agua de Los jagüeles y de lluvia, si es que llovía.
Hoy recordando esos días y tratando de rescatar y valorar ese trabajo familiar quisimos mostrarles que todo está Guardado en la memoria de la tierra y de nuestras venas también. La Mapu (tierra) es muy bondadosa y le regala sus frutos a quien la trabaja y la cuida, con ganas y con Amor.
En estos tiempos de contaminación, de pandemia, de tristeza con lo que le pasa al Mundo, no habría mejor opción que como estos vecinos, y como otros más que sabemos lo hacen año a año, podamos aprender a reconectarnos con la naturaleza y meter las manos y los pies en la tierra para producir nuestros propios alimentos frescos sanos y saludables.