Salud: brigadas médicas, NO bombas

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La organización Desde el Pie emitió un documento donde resalta el aporte mundial que en salud realiza el pueblo cubano y repudia las difamaciones a su presencia desde los grandes medios de comunicación. Recientemente surgió la posibilidad, si la situación lo requiere, de contar con médicos y médicas formadas en Cuba para afrontar la pandemia en la Argentina. El siguiente es el documento completo:

«Hace 2500 años Hipócrates escribió: “Llevar como propósito el bien y la salud de los enfermos”. Por sobre ese juramento, las corporaciones y muchos Estados del mundo, consideran la salud una mercancía y a las personas como clientes. El capitalismo en su evolución voraz para sobrevivir ha tenido que convertir derechos humanos, como la salud de la población, en especulación y ganancia.

La medicina como profesión da enormes satisfacciones a quien la ejerce. Sobre todo si el propósito de ejercerla  trasciende el estatus social y económico y, se practica desde una mirada comunitaria. En una sociedad como la nuestra la universidad pública prepara médicos y médicas de gran nivel científico y técnico,  aunque basados en un modelo hegemónico, centrado en la anatomía, fisiología y la patología. Dejando la humanización del individuo muchas veces de lado, al igual que a los determinantes de salud donde se desarrollan las personas, la familia y la comunidad. Es sabido que la salud no está solo determinada por la ausencia de enfermedad, sino por un estado de completo bienestar físico, mental y social.

Esta mirada de la salud explica los resultados diversos obtenidos ante la pandemia. Desde la visión sanitaria hegemónica, todo se reduce a la disputa viral y humana, presentándonos al coronavirus como la amenaza más inmediata. Lejos está sin embargo de ser la más importante, ya que las condiciones ambientales y socioeconómicas desiguales en las que irrumpe el virus son preexistentes al germen y, son el problema principal de la humanidad.

No a todas nos impacta de la misma manera el aislamiento social, porque no todos pertenecemos a la misma clase social y no todos tenemos las mismas posibilidades en el sistema capitalista. Es así que la alimentación no está garantizada para todas, no todos tienen acceso a la tierra y al trabajo estable y, millones no cuentan con agua potable ni tienen acceso a los sistemas de salud, como así tampoco todos reciben el mismo trato de las fuerzas de seguridad.

La actual crisis sanitaria sirve para comparar las diferentes respuestas y resultados entre dos Estados antagónicos como son Estados Unidos y Cuba. La prensa mundial muestra como el imperio más fuerte y destructivo de la historia es incapaz de hacer frente eficazmente al COVID-19. Su prepotencia le impidió darse cuenta de que a esta pandemia no se le hace frente tirando bombas ni invadiendo otros países para destruir sus culturas y apropiarse de los recursos naturales. Desconoce que no alcanza con poseer la última tecnología, con sus 160.000 respiradores y con 34,7 camas de cuidado crítico por cada 100 mil habitantes que posee. No alcanza porque la pandemia llega al país del norte con millones de ciudadanas en la pobreza e indigencia, con millones sin ninguna cobertura en salud, con millones sin hogar ni trabajo. En su lógica todo lo que no es redituable es desechable y las imágenes con más de 50.000 cadáveres en fosas comunes así lo muestran.

Cuba socialista, pobre en lo material, le molesta demasiado a Estados Unidos y, como reacción le impone un bloqueo que repudia casi todo el mundo. Aun así, ese país tan chiquito y digno tiene el orgullo de mostrar a la humanidad que no existen en su territorio niños durmiendo en las calles, que no existen personas analfabetas, donde el narcotráfico no es un problema social y donde el índice de mortalidad infantil es el más bajo del continente. Garantizar vivienda digna, una población culta, bien alimentada y trabajadora es la mejor inversión preventiva que en salud se pueda tener. Pero como si eso no alcanzara, la isla bloqueada y saboteada desde hace 60 años, tiene un pueblo sensible y solidario. Internacionalismo ellos le llaman y, el Che como su máxima expresión, desde el ejemplo sostenía: “hay que ser capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier rincón de mundo”. Por eso la Escuela Latinoamericana de Medicina fue creada en 1998 por Fidel Castro para formar recursos humanos de diferentes países del mundo y contribuir de esa manera a la sostenibilidad de sus sistemas de salud. 

Desde hace más de 50 años misiones médica humanitaria llegan a las regiones más pobres y remotas de todos los continentes preparadas para afrontar grandes desastres y pandemias. En 160 países del mundo y a través de 600.000 cubanas han llegado con la asistencia sanitaria a luchar contra el virus del ebola, a pueblos indígenas del Amazonas, barrios marginales de las ciudades africanas y a ayudar a las víctimas del terremoto y hambruna en Haití. Si algo ha caracterizado a la Revolución cubana es su opción por los pobres y oprimidos. No a través de la dadiva sino de la solidaridad que ejerce sin especulaciones y sin pedir nada a cambio.

Nuestro respeto hacia un pueblo que vive indomable ante el imperio y el consumismo, poniendo en el centro de la vida, no a la mercancía sino a la persona y a la naturaleza. Repudiamos los agravios y difamaciones en estos días desde los grandes medios de comunicación, ante la posible presencia  de médicas y médicos cubanos en nuestro país.

El recurso humano en situaciones como estas es un recurso crítico que se agota y también enferma. Esto por supuesto repercute en la respuesta que brinda nuestro sistema de salud. Por eso nos parece acertado anticiparse y pensar la estrategia de reforzar nuestro valiosísimo recurso humano de salud si fuera necesario ante un posible contexto adverso. La presencia solidaria de brigadas de salud cubanas sería sin dudas un aporte enorme a la lucha contra la actual pandemia en la Argentina.

Santa Rosa, 24 de abril de 2020

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