Las actividades están programadas en 24 estados de Brasil durante todo el mes de marzo, con mayor concentración los días 6, 7 y 8.
Con el lema “El agronegocio se lucra del hambre y la violencia: ¡por la tierra y la democracia, mujeres en resistencia!”, las mujeres del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) realizarán una jornada de actividades en 24 estados del país durante el mes de marzo .
Entre las acciones están previstas caminatas en la vía pública, siembra de árboles, actividades de capacitación, campamentos educativos y distribución de alimentos agroecológicos. Los principales días de movilización serán los días 6, 7 y 8 de marzo.
El objetivo, explica Lucineia Freitas, líder nacional del sector de género del MST, es «centrarse en denunciar el hambre y la violencia en el campo y el papel de la agroindustria en este proceso de perpetuación». La idea, dice, es hacer esto «en diálogo con la sociedad», apuntando a la reforma agraria y la agroecología como contrapunto a esta lógica.
Ya comenzó
La jornada, de hecho, se inauguró en la madrugada del 1 de marzo. En Itaberaba, Bahia, alrededor de 120 mujeres del MST ocuparon una hacienda abandonada, Fazenda Santa Maria. Propiedad de la familia Baleeiro, la zona ya fue ocupada por familias campesinas entre 2015 y 2019 y ha sido escenario de ocho desalojos, algunos de ellos violentos.
La ocupación realizada por mujeres se produjo dos días después de otras realizadas por el movimiento en el estado de Bahía. La de mayor impacto fue la toma simultánea, con 1500 personas, de tres áreas de la empresa Suzano Papel e Celulose S/A en el extremo sur del estado. Allí acampados desde el pasado lunes (27), los campesinos denuncian el deterioro ambiental del monocultivo de eucalipto en la región y exigen que la empresa cumpla con un convenio firmado en 2011.
Mujeres del campo, aguas y bosques
Para Lucineia, las demandas de las mujeres rurales se pueden dividir en dos bloques. “Uno es el derecho a la tierra y al territorio. De ahí la importancia de la política pública para la realización de asentamientos y la demarcación de tierras de los pueblos indígenas, quilombolas, comunidades ribereñas y comunidades tradicionales”, destaca. “Junto a ello, la importancia de las políticas públicas de producción, salud y educación, la agroindustrialización desde la perspectiva de la agricultura familiar campesina, el transporte y la comercialización. Sería la demanda en un bloque más estructural de sus procesos de vida”, defiende. .
El otro bloque, enumera el líder, se refiere a acciones para enfrentar la violencia de género. “En el campo, la presencia de instrumentos públicos de apoyo a mujeres y sujetos de la diversidad sexual es todavía muy limitada”, critica.
Autoorganización
«Amigo, ayúdame, no puedo caminar solo. Camino bien solo, pero contigo camino mejor». La canción, repetida con frecuencia en las manifestaciones feministas, es recordada por Lucineia cuando argumenta que la organización colectiva entre mujeres convierte la lucha contra la desigualdad de género en una «fuerza política».
“La autoorganización de las mujeres trae ese sentido de que somos capaces de transformar las relaciones sociales en lo que creemos”, evalúa Freitas: “construir relaciones libres de violencia”.