Son más de siete décadas las que el pueblo palestino viene acumulando sobre sus hombros toneladas de terror y destrucción por parte del invasor israelí. En este largo período, el mundo entero ha visto como se puso en marchar una imparable campaña de etnocidio y terricidio contra las mujeres, hombres, infancias  y ancianos y ancianas palestinas, consistente entre otros ítems en la expulsión de su territorio en el que vivían pacíficamente y compartían esperanzas, sueños y mucho sacrificio con quienes eran sus vecinos ocasionales. Primero  fue la Naqba, la gran catástrofe impulsada por el sionismo. Luego, le sucedieron siete décadas donde las y los palestinos sintieron de todo menos la posibilidad de verse libres e independientes como anhelaban. Invasión, asesinatos masivos, despojo de gran parte de su territorio de forma violenta, masacres planificadas, destrucción de viviendas, quema de olivares, imposibilidad de  utilizar su riqueza marítima so pena de ser atacados por la marina del ocupante, construcción de un muro para dividir a cientos de miles de familias definitivamente, agresiones intermitentes a los estudiantes cuando intentan acercarse a colegios y universidades, cientos de check points para humillar a quienes tratan de desplazarse de un barrio a otro, cerco militar a pueblos enteros y ataques conjuntos de colonos y soldados contra familias aterrorizadas por la violencia, ocupación de viviendas palestinas por soldados que no solo expulsan a sus ocupantes sino que las expropian o demuelen, construcción imparable de barrios y más barrios para esos civiles armados que son los colonos y colonas, que disfrutan de todas las comodidades y se apoderan del agua que le roban a las y los palestinos. Cisjordania ocupada convertida en un continuo combate palestino por la sobrevivencia, resistiendo como se puede a la agresión constante de la criminal soldadesca israelí. Gaza convertida en un gigantesco campo de concentración, bloqueada, bombardeada una y mil veces, sin luz, sin agua, si nada de lo que necesitan sus casi dos millones de habitantes.


Más de siete décadas, se dice fácil, de ver como un monstruo bélico equipado y sostenido por Estados Unidos y la Unión Europea, actúa con toda la impunidad que le da esa gran y conocida cobertura monitoreada por el lobby sionista, que como se sabe, está presente en cientos de instituciones internacionales. En todo este tiempo transcurrido, se ha visto el desprecio de Israel por las continuas reconvenciones, sanciones, pedidos de que cese la violencia estatal sionista. No, Israel no acata ninguna exigencia que no sea la de su propia voracidad por expulsar a todo un pueblo de sus territorio original.
Más de siete décadas en que las y los palestinos han resistido y luchado con una heroicidad inigualable. Enfrentando desde la precariedad de no tener más que sus cuerpos y la sapiencia de abrazar una causa justa, a uno de los ejércitos mejor armados del mundo, al que el imperio occidental alimenta día a día. 
Y de pronto, sucede lo que por estas horas conmueve al mundo. Esos hombres y mujeres que durante más de siete décadas sufrieron agresión tras agresión, deciden gritarle al mundo un potentísimo “basta ya”, propinándole a ese enemigo que se creía invencible, una dosis de su propia medicina. Poniendo al descubierto la debilidad de los cobardes  que se siente fuertes solo cuando operan aprovechándose de su superioridad bélica, pero que frente a un pueblo decidido a todo, entran en desesperación. 
Hoy Palestina vuelve a escribir en la historia de las grandes batallas por la libertad, una página muy especial, la de la dignidad y el coraje de quienes no quieren vivir de rodillas y están dispuestos a luchar por ello. Sabiendo de entrada que al aplicar la violencia de los justos -esa gran partera de la historia- tendrán en contra a todos aquellos que están acostumbrados a que los mansos no se rebelen para poder explotarlos mejor. Pero a la vez, también saben que cuentan con el apoyo indeclinable, de todos los pueblos que luchan por romper sus cadenas, y que hoy admiran, aplauden y reivindican a la resistencia palestina. Porque saben que más temprano que tarde,  ha de vencer al terrorismo estatal del genocida Netaniahu y toda la ultraderecha israelí.

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