Magdiel Sánchez Quirós es analista político, escritor y militante social mexicano, comprometido con la lucha medio-ambientalista y en defensa de los derechos humanos. En esta entrevista tratamos de abordar los puntos sustanciales de un cuadro de situación interna del México que poco se conoce fronteras afuera. Este es el resultado.
-Vamos a hablar un poco de México de varios aspectos que hacen a la realidad mexicana. El primero es cómo estás viendo estos cruces verbales que hay entre López Obrador y el gobierno norteamericano, tanto en lo que respecta a las críticas que Andrés Manuel López Obrador le hace a EEUU por su política criminal hacia Cuba, y ahora últimamente también por el tema del fentanillo, la droga que Washington acusa que viene desde México y que el problema está en este país. Tanto es así, que algunos funcionarios hablaron de enviar tropas al territorio mexicano.
–Habría que entender que la política mexicana internacional es muy compleja, y que en toda esta tradición que existe, hay que reconocer en América Latina que una posición soberana de México respecto a EE.UU, está enmarcada en la vecindad y el asedio constante. Pero también por una cierta complicidad o cierta forma de connivencia entre EE.UU y México, en la que se permite que se hagan ese tipo de críticas, siempre y cuando no se rompan los marcos reales efectivos de dominación. O sea, que ese es el tema fundamental.
Generalmente, quizás por la necesidad de escuchar posiciones distintas de otros países, tras la política nefasta en términos internacionales que se vivió con Enrique Peña Nieto, se deja de lado un tema fundamental en la política de López Obrador que es contraria a esto que tú estás comentando. Si revisamos el día a día de lo que declara el gobierno de López Obrador, se dan algunas posiciones por ejemplo de defensa de Cuba, y en el caso peruano de defensa de Pedro Castillo. Pero al mismo tiempo hay un tema recurrente: la demanda a EEUU de que mejoren su forma de dominio con América Latina para evitar la amenaza china. Entonces, el tema central que preocupa a López Obrador, es, a nivel regional, la presencia de China en América Latina y la necesidad de que EEUU recomponga, que se porte bien frente al continente para evitar que el control de China siga creciendo. Esto, más allá de la posición que podamos tener respecto a China y las formas de expansión que pueda tener comercialmente en la región, lo que implica es una renuncia a plantear una multipolaridad. Y una subordinación a EEUU de manera directa.
-Estás hablando directamente de un doble discurso.
-Es evidente que hay un doble discurso, que es permitido por EE.UU, en el que México se puede posicionar en algunas cosas y puede actuar generosamente con Cuba. Puede ayudar a burlar el bloqueo económico, lo mismo con Venezuela, siempre y cuando no se anteponga a las órdenes de seguridad nacional de los EE.UU. Porque incluso ahora, con López Obrador se pidió visa a los habitantes de Venezuela para que viajen a México. Eso no se daba antes con Peña Nieto. Y eso es directamente una instrucción del departamento de estado norteamericano para controlar más la migración.
EE.UU ordenó que se refuerce la frontera sur de México con tropas de la guardia nacional y así se hizo. Entonces, de facto, en las cosas fundamentales que atañen a EEUU, México sigue reafirmando el rol que había cumplido con los otros países. Solo que el discurso contrasta, sobre todo si se lo compara con Peña Nieto, quizás con Fox, con Calderón; hasta el propio Cedillo tenía un discurso de ese tipo. Por no remitirnos a otros gobiernos como el de Echeverría que incluso llegaba a hablar de “socialismo”, mientras generaba una guerra contrainsurgente contra comunidades y exterminaba poblaciones enteras.
-Y por qué le preocuparía tanto a López Obrador la expansión de China a nivel económico?
-Creo que más allá de que López Obrador esté encabezando un gobierno que en términos populares tiene un respaldo muy importante, y que hay un imaginario social del pueblo de que las cosas están cambiando. o de que había que cerrar filas con este presidente para impedir que siguieran las cosas peor aún, este presidente es muy hábil y más pragmático. Sabe que para gobernar un país como México, pegado a EEUU, no puede romper con la dominación de EE.UU. A menos que haga una revolución, que no está dispuesto a emprender. Entonces, lo que él está planteando son objetivos de un gobierno que está moderando algunas cosas de lo más crudo del neoliberalismo, pero que entiende que para que la economía siga funcionando como está, para generar un equilibrio de los poderes que hoy hay en el país, de la relación de los empresarios mexicanos con los empresarios estadounidenses, con la Unión Europea, con otros, no puede romper con eso. Entonces, él sabe que para poder sostener las condiciones de riqueza actuales en México, la mejor opción es EEUU. Y apuesta a que EE.UU pueda guiarse de una manera mejor para con México. Y que al mismo tiempo, México puede ser una especie de guía para América Latina, que modere las formas más brutales del imperialismo, y sin acabar con ellas, pueda ser generoso con otros países. Por ejemplo, uno de los discursos centrales de AMLO que no ha tenido trascendencia, porque a EEUU no le interesa, fue que Estados Unidos tenía que crear un nuevo Plan Marshall para América Latina. Y esa es una de las grandes propuestas que ha hecho sobre la región. Él cree que hay una posibilidad de orden regional en el que todo esté estable en función de que EE.UU ponga orden al capitalismo que tiene, sin romper en lo fundamental. Es un tema mucho más complejo de cómo se está entendiendo, algunas apuestas al nuevo capitalismo, pero es eso, seguir trabajando y esperando que las cosas no se salgan de control. Que reparen aquellas cosas que habían hecho de México una situación explosiva, que no podía garantizar la dominación tampoco de la gente más rica.
-¿En qué escenario nos encontramos con el controvertido tema del tren maya? Porque es indudable que contra viento y marea, contra la oposición incluso de muchos sectores de los movimientos populares y los movimientos indígenas, el gobierno mexicano sigue adelante con ese proyecto.
–Claro. esto va ligado a lo anterior. Hay una apuesta clara de López Obrador de que él para pasar a la historia en México como un presidente importante necesita hacer un conjunto de transformaciones, de cambios, de proyectos hacia una parte del país que no los tenía. Es algo que quizás pasa en otros países, pero en México es fácil ubicar, cómo ciertos presidentes, los que han trascendido en un proyecto más allá de su sexenio, tienen que ver con que concentraron una serie de sus iniciativas en ciertas regiones. Por ejemplo, uno de los más reivindicados por los sectores populares como fue Lázaro Cárdenas, más allá de que hizo transformaciones muy importantes en todo el país, se concentró mucho y tiene su tradición cardenista con su núcleo principal en Michoacán, de donde él era originario, donde hizo varios cambios y mejoras sociales. Lo mismo ocurrió con la gestión del PAN, con Fox y Calderón logró desarrollar un proyecto regional de reactivación económica importante en la región de Querétaro, Guanajuato y demás. Estos siguen siendo, a pesar de todas las crisis que tiene el panismo, los bastiones del voto duro de ese partido. Por su parte, López Obrador ha aportado, de la mano de varios partidos tradicionales que vienen del PRI, del Partido Ecologista y otros sectores, hacer un proyecto en la zona más pobre de México, que es el sur sureste. Entonces, su apuesta es mejorar económicamente esa región a partir de dos grandes conjuntos de proyectos. Uno, se reduce en términos nominales al tren maya, pero es más que eso, es la creación de un corredor económico en toda la península de Yucatán, y el otro que es el corredor transísmico. Para él, es la posibilidad de atraer inversión grande a nivel de un desarrollo de infraestructura y de aceleramiento del crecimiento poblacional en distintos lugares. Y de esta manera, atraer al comercio, la industria, la extracción de minerales para la conexión intermodal entre el gran comercio de EEUU a Asia. Esa disputa que necesita EE.UU para competir con China, precisa rutas económicas baratas, cadenas productivas que conecten con Asia, hacia los aliados de EE.UU que relacionen esa parte del país para que vengan empresas. Así, con un derrame económico puedan beneficiar a la población. Esa es la apuesta de López Obrador, que combina con un nuevo elemento: esta zona además de ser pobre posee una tradición histórica de ser rebelde, y la que menos ha permitido que avancen algunos proyectos. Se han frenado. Porque este es uno de los sueños que traía (el ex presidente) Zedillo, por ejemplo. Es un sueño que EEUU ha ambicionado desde el siglo XIX, y que han tenido distintos políticos locales pero que posee una ventaja con este nuevo gobierno, que tiene un respaldo popular importante. Una gran parte de lo que podía ser rechazado en aquel momento ya no lo es. Hay un respaldo social con el presidente, y aunque eso no se dice, y a veces parece que está peleado con los empresarios, termina teniendo una ventaja comparativa favorable respecto a los gobiernos anteriores. Proyectos que están en contra de la gente, que podría tener un rechazo mayoritario hoy van a tener menos rechazo, porque hay una gran parte de la gente que está apostando y confiando en este presidente, que dentro de todas las cosas ha renunciado a pedir más cosas, teniendo en cuenta que López Obrador en todo caso es el menos malo para ellos.
-Otro tema que nos interesa tratar, porque las noticias desde allí llegan bastante fragmentadas, es el tema de la ola de femicidios que viene golpeando a la sociedad mexicana desde hace años. Y la resistencia que están dando muchas madres, tratando de buscar justicia para sus hijas. De hecho, ha habido una huelga en Chiapas, de madres en resistencia. ¿Es tan fuerte como se dice el tema de los femicidios y la falta de justicia para las víctimas?
–Totalmente. Es un tema que tiene que ver con las políticas de seguridad nacional de EEUU para la región, o para esta parte de América Latina. Que tiene que ver con la guerra contra las drogas, pero también con todas las formas de economía criminal que han proliferado en la región, librada al tráfico de drogas, al tráfico de minerales, que se hace a veces de manera legal pero también ilegalmente. Lo que tenemos es una situación de violencia que ya no controla nadie. Y la construcción de un sistema de impunidad gravísimo en México que lleva a esos números. Hay cálculos que dicen que entre 7 a 15 mujeres son asesinadas al día en México. En ese término, que además es de una terrible operación mexicana de femicidios, que son homicidios causados a mujeres por el móvil de ser mujeres. Y eso es una constante. Ligada a la desaparición forzada que llega ya al número de 100.000 personas desaparecidas en México. Que es una manera, una innovación del crimen organizado. Para evitar ser penalizada. No es una renovación porque allá en Argentina son los precursores del término. Pero aquí, los criminales optaron por la desaparición forzada por lo difícil que es luego comprobarla, Esos casos tienen más márgenes de impunidad. Se ha dado un giro del 2006 al 2012/13, cuando había más desapariciones forzadas, pero ocurrió una transformación en la que es más fácil para los criminales hacer desaparecer a los cuerpos, porque es más difícil perseguir el delito. Se ha construido desde hace tiempo la idea de que toda esa gente que está asesinada, que ha sido desaparecida, puede que lo sea “por andar en algo”.
Se puede decir que cuando van a la fiscalía diciendo que alguien ha desaparecido le dicen que “seguramente” se fue de su casa porque anda con otra persona, o metido en las drogas, o tal vez “andaba en malos pasos”. Eso se dice de manera coloquial, para evadir una responsabilidad estatal ante el desastre humanitario que hay en México. Eso es recurrente, se da de manera constante y algo que es lamentable con este gobierno que, a pesar de que tiene gran respaldo popular, ha tomado como enemigo de sí mismo los reclamos sociales que han realizado las familias víctimas de la violencia y las feministas. Ellas pueden tener posiciones distintas frente al gobierno, pero están haciendo una exigencia como ciudadanas: “quiero que aparezca mi familia”, “quiero que solucionen esto”. Se hace fundamental que haya protocolos para que se penalice, se sancione mejor el femicidio, etc. Actualmente el gobierno no lo está haciendo y el nuevo presidente -ya no tan nuevo-, lo que hace es enfrentar a esos grupos. Los ve como una amenaza. Entonces, lamentablemente hoy ha crecido dentro de un polo de sectores populares, ligados al proyecto de López Obrador, la creencia de que los familiares de desaparecidos, que las feministas son gente financiada por EE UU para debilitar a México. Aunque realmente lo que están haciendo es querer parar una guerra financiada por los EE.UU y en la que el ejército mexicano y el estado son cómplices o parte también fundamentales.
Transcripción: Ana Schaposnik