En este artículo el autor analiza la situación actual del país en torno a la violencia contra las mujeres, las medidas adoptadas por el gobierno de Bukele y la eficacia de las mismas.
La Asamblea Nacional de El Salvador aprobó el 21 de febrero una reforma a la ley para eliminar la prescripción del delito de feminicidio, un paso más en el largo camino que debe aun recorrer las féminas en este país para que los abusos en su contra desaparezcan, y especialmente calen en el entramado político y social que de una vez por toda debe entender que las condenas no resuelven ni eliminan la violencia contra las mujeres y sus huellas. Hace falta el diseño de una política adecuada de prevención, demandan activistas.
Morena Herrera, feminista y defensora de Derechos Humanos, integrante de diversas expresiones del movimiento feminista en El Salvador y Centroamérica, abordó el problema existente en su país en un artículo de opinión que publico en el diario “El Faro”, un periódico que según sus fundadores hace periodismo “incómodo”, tal vez porque revela muchas cosas que otros temen abordar.
“Ni los fusiles ni las condenas detendrán los feminicidios” en el país, tituló Herrera su análisis donde aborda el camino cuesta arriba de las mujeres salvadoreñas para emparejarse a sus pares masculinos, ese “clan” que no entiende de igualdad de derechos y deberes y que, en muchos casos, ve a la fémina como la esclava del hogar, objeto sexual, al que hay que castigar y maltratar si no cumple con el rol diseñado por el macho.
La discriminación es palpable en todos los aspectos. Por ejemplo, menos de la mitad de las mujeres aquí participan en el mercado laboral (46.8 por ciento) frente a más del 80 de los hombres. Y sobre eso, las brechas salariales son de 18 por ciento, es decir que por cada dólar que gana un hombre, las mujeres reciben 0.82 centavos, por el mismo trabajo.
En su aproximación al tema, Herrera reafirmó que el verdadero desafío está en identificar qué tipo de medidas se necesitan para evitar que maten a las mujeres. La prevención es mejor cura que el fusil o la cárcel, subrayó.
No es que no existan acciones de prevención, ni leyes, las hay pero, al parecer hay una omisión cómplice en su aplicación, faltan mecanismos y decisiones que coloquen al llamado sexo débil en una posición de igual y de derechos en todos los campos.
A veces, algunos se preguntan, qué pasaría si en vez de feminicidio existiera el “hombricidio o machicidio”, quien sabe cómo llamar el fenómeno. Como aquel que dice, el grito se escucharía en el cielo. Habría que pensar, hipotéticamente, cuál sería la reacción. Imagíneselo, póngase en el lugar de las mujeres.
La solución de problemas sociales requiere rutas diferentes y, en muchos casos, específicas y cuidadosas por parte de quienes asumen la dirección de las instancias estatales. Sin embargo, frecuentemente se encuentran decisiones políticas en las que no se reflejan rutas claras de reconocimiento, procesos de diagnóstico y, sobre todo, comprensión de los fenómenos y los problemas.
Según Herrera, este parece ser el caso de las violencias contra las mujeres. Que la presencia de los militares en las calles ahora también sea parte del plan para «detener los feminicidios» es prueba de ello. Si bien puede servir de escarmiento, el uso de la fuerza en realidad no soluciona ni hará desaparecer la violencia basada en género. El feminicidio es apenas la expresión más visible de ello.
La violencia, el asesinato contra mujeres es acompañado por otros problemas vinculados como el de la violación. Según la UNICEF en El Salvador este es un problema en muchos casos invisibilisado y desatendido: la violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes.
Debido a la naturaleza del fenómeno, no se conoce su dimensión, tan sólo un reducido porcentaje de los casos se denuncian. Solo en el primer trimestre del año 2020, la Fiscalía General de República registró 465 denuncias por delitos sexuales (violación, agresiones sexuales y acoso) cometidos contra niñas y adolescentes mujeres, un número que muy probable se quedó corto con la realidad. Según el Ministerio de Salud, durante el primer semestre del año anterior 258 niñas de entre 10 a 14 años y seis mil 581 adolescentes entre 15 a 19 años quedaron embarazadas a causa de violaciones.
Hace unos días el presidente Nayib Bukele sostuvo una región de emergencia con su gabinete de seguridad para discutir una estrategia contra los feminicidios y la reforma aprobada el 21 de febrero en la Asamblea para eliminar la prescripción del delito de feminicidio hacen parecer que se empieza a reconocer la gravedad de la problemática.
Sin embargo, las activistas mujeres señalan que “hay que mirar más allá de las decisiones políticas que se toman. Eliminar el margen de tiempo en el que los feminicidios pueden ser denunciados e investigados tiene que ir acompañado de la reflexión por parte de los y las diputadas de que su rol como legisladores no es sólo procurar la condena y encarcelamiento de feminicidas, eso es apenas la última parte del problema”, valoró Herrera.
El verdadero desafío está en identificar qué tipo de medidas se necesitan para evitar que abusen sexualmente de las niñas y que maten a las mujeres. La prevención es mejor cura que el fusil o la cárcel.
Hay camino aun por recorrer pese a que pasaron 29 años desde que en 1994 la Asamblea Legislativa declarara el 25 de noviembre como Día Nacional de No Violencia Contra las Mujeres. También el Salvador fue el primer país de América Latina y el Caribe que tuvo ese reconocimiento formal a partir de las propuestas las organizaciones feministas. En 1996 se logró la aprobación de la Ley Contra la Violencia Intrafamiliar.
Sin dudas, la sociedad salvadoreña posee, en papeles, todo un andamiaje conceptual, jurídico, jurisdiccional, de procedimiento y político para abordar las violencias contra las mujeres, que en la mayor cantidad de casos son violencias basadas en las relaciones de género que son, ante todo, relaciones de desigualdad entre los dos sexos.
En cierta ocasión en el siglo XIX, el apóstol cubano, José Martí expreso”… cuando la mujer se estremece y ayuda, cuando la mujer tímida y quieta de su natural, anima y aplaude, cuando la mujer culta y virtuosa unge la obra con la miel de su cariño, la obra es invencible”.
“La mujer no es como nosotros (los hombres), sino como una flor, y hay que tratarla así, con mucho cuidado y cariño, porque si la tratan mal, se muere pronto, lo mismo que las flores”, dijo.
Ahora hay que recordar palabras como esas que alaban el don de las mujeres, su extraordinaria fuerza, y trabajar para que se tomen las decisiones más eficaces, empezando por comprender las dinámicas, las causas y, sobre todo, las maneras de prevenir el feminicidio y todas las formas de afectación contra el sostén de la vida en el universo, la mujer madre, hermana, hija y compañera.
FUENTE: Al Mayadeen