La sensibilidad por los que menos tienen y la solidaridad ante esa injusta situación, no es algo que surge espontáneamente. Como todas la costumbres y conjunto de valores es algo que debemos ir construyendo en el día a día como sociedad. Una sociedad en la que el individualismo y la indiferencia se han arraigado fuertemente entre nosotros y nosotras.
Lo que ocurre con el IPAV es un claro ejemplo de ello como lo hizo saber Juan Jose Reyes en el diario La Arena. Existe un listado que se dio a conocer de deudores con ingresos altos donde aparecen funcionarios políticos, profesionales, policías, empresarios, ex diputados, bancarios y comerciantes.
Hay 1.086 adjudicatarios que ganan poco más de 30 mil pesos; otros 780 con más de 50 mil pesos de ingresos y, lo que resulta más llamativo, 129 que ganan más de 100 mil pesos mensuales. El mayor ingreso de un deudor en una casa Fonavi pertenece a dos familias que a febrero de 2020 tenían salarios de 185.928,27 pesos, seguido de uno de 152.769,05; dos de 142.000; uno de 140 mil; dos de 135 mil y cinco de 119 mil pesos mensuales.
Se trata de cuotas que no superan los 500 pesos por mes. Haciéndose pasar por pobres y al no reintegrar las cuotas sociales de su primer casa propia, generan obstáculo para que el IPAV pueda construir viviendas para los más de 12.000 familias inscriptas que necesitan tener su primer hogar. Sin vergüenzas es poco.