Faltaban tres días para la llegada de la Primavera cuando Delia Gerónimo Polijo desapareció en el paraje La Guarida, Traslasierra, Córdoba. Desde ese día, el 18 de septiembre del año pasado, su búsqueda movilizó a familiares, vecinos y organizaciones sociales, que continúan pidiendo por su aparición.
Durante estos cuatro meses desde la Policía local, pasando por el Grupo Especial de Rescate y Salvamento (GERS), y hasta Gendarmería, hicieron y siguen haciendo rastrillajes en la zona para encontrar algún rastro.
Pero fue un hecho aparentemente aislado el que marcó un giro en la investigación que lleva adelante el fiscal Raúl Castro: el domingo 23 de diciembre Anabela, una vecina de la familia de Delia, denunció a su pareja por violencia de género y dijo que el hombre le confesó que había asesinado y arrojado a un pozo a la adolescente.
La Policía llegó a la casa donde vivían para detenerlo pero no lo encontró. A las horas, el cuerpo de Eduardo Germán Mauro Martínez fue encontrado colgando de un árbol en medio del monte. Se ahorcó en el mismo campo donde dijo haber escondido el cuerpo de Delia.
Tenía 27 años, dos hijas, trabajaba en la Municipalidad de La Paz y los primeros días de la investigación había marchado junto a la familia Gerónimo Polijo pidiendo justicia. También aportó datos a la causa, que hoy la fiscalía analiza si tuvieron como fin entorpecer la investigación. Antes de suicidarse escribió una carta. No menciona a Delia, ni el motivo de su decisión. Sólo deja asentado que le deja su casa a sus hijas.
“¿Querés que te lo confiese? Yo la maté”
Anabela contó cómo fue el episodio de violencia de género que sufrió ese domingo y en el que Martínez le dijo: “Te voy a matar como maté a la boliviana”, en alusión a Delia, cuyos padres nacieron en Bolivia y luego migraron a Córdoba. Antes, la mujer había encontrado una cadenita con medio corazón, una caja nueva de maquillaje, y lo que podrían ser restos de un teléfono celular.
“Cuando descubrí esas cosas yo le pregunté a él de dónde habían salido. Me dijo que las había traído de la basura. Encontré una medallita y los maquillajes. Pero él nunca quemaba basura y ese día sí lo había hecho. Tampoco me había mostrado las cosas, siendo que siempre lo hacía cuando hallaba algo. Después cuando fui adentro de la casa, él estaba chupando y drogándose. Tenía un puñal y lo clavó en la mesa. Me dijo que me iba a cagar a puñetazos, que me iba a matar como la mató a la boliviana. Yo le pregunté qué dijo. Y ahí me respondió: ‘¿Querés que te lo confiese? Yo la maté’. Después me dijo que me iba a tirar en el pozo de Pinocho y que ni los radares me iban a encontrar”, contó Anabela durante una entrevista con Telefé Noticias.