CUANDO PUEDA TE VACUNO

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Leía por ahí eso de qué nos la damos ahora de exquisitos con la vacuna, si bien que chupamos el naranjú todo manoseado sin hacernos tanto problema.
Y es cierto que hay mucho delirio y mala información entre los opositores a vacunase, incluso intentos burdos de politizarlo todo: si el presidente no se vacuna primero será porque no quiere arriesgarse, ah pero si se vacuna primero porqué no deja mejor para los demás. Todo critican, no hay medida que les venga bien.
Tampoco es que vacunarse sea “la solución” definitiva: mientras sigan amontonando y drogando animales en mega-granjas, los virus seguirán mutando y provocando pandemias. Pero bueno, quién quiere discutir ahora si el carro va detrás o delante de los caballos. Después de un año de encierros y reuniones embarbijadas, de barrios sin agua y nueve millones de compatriotas aguantándola con los IFEs, las ganas de vacunarse deberían sabernos a libertad, y no ser toda una cuestión.
Sin embargo, que lo sea no solo se explica porque las masas son fácilmente manipulables y conspiranoicas. Que la alianza entre ciencia y grandes empresas farmacéuticas genere desconfianza no es algo tan tirado de los pelos. En el sentido común de quienes creen que les conviene más mantenernos enfermos que colaborar en sostener la salud general hay un “núcleo de verdad”, al menos lo sugiero como hipótesis.
En nuestro país, por ejemplo, mucha “ciencia” financiada por nuestro endeudado Estado y las multinacionales extractivistas justificó (y sigue justificando) prácticas tan perjudiciales para nuestra salud como el uso masivo de agrotóxicos o la contaminación de los ríos por la actividad minera. Ah, pero eso sí: todas actividades muy rentables, por lo tanto imprescindibles. Ya tú sabes el verso: si les va bien a los archi-mega recontra-requete-ricos, nos va bien a todos.
Qué pensar además viendo cómo los laboratorios privados se llevan todos los laureles luego de apropiarse de conocimiento, infraestructura y contratos financiados con dineros públicos, aunque después no compartan sus ganancias ni sean democráticas sus decisiones.
Por supuesto, lo aconsejable es vacunarse, ya bien peligroso es convivir como hasta ahora con el covid, que por ahí no te mata a vos pero sí al familiar con el que charlaste un rato. Pero yo no sería grosero con quienes plantean alguna suspicacia, a menos que se trate de panelistas de TN.
O sea, en un sistema económico donde las ganancias importan más que las vidas, lo normal debiera ser sentirnos estafados y alertas, y no satisfechos cual clientes que no perciben que quienes causan el problema son los mismos que venden la solución.
Si queremos seguridad de que no están lucrando con nuestras vidas, de que nos consideran más dignos que ratas de laboratorio, pongámonos a construir un mundo en el que la vida de nuestras comunidades importen más que sus negocios.
Solo en esa saludable sociedad, que yo llamaría socialista, podríamos darnos el lujo de ser confianzudos. Pero si no nos organicemos para crearla, que no nos sorprenda cuando ante una tragedia colectiva todo se transforma en un lamentable e irracional qué me importan los demás, sálvese quien pueda.

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