Encender la memoria, convertirla en acción

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Colectivo Dexpierte y el sueño de la paz en Colombia

Por: Gina Paola Rodríguez

En los últimos días se cumplieron cuatro años de la firma de los Acuerdos con los que el Estado colombiano y la guerrilla de las FARC-EP buscaron poner fin a más de seis décadas de violencia política. Desde entonces, el posconflicto ha tomado rumbos inciertos en un escenario caracterizado por la ausencia de condiciones para implementación de lo acordado. A la falta de seguridad y la estigmatización de los excombatientes, se suma el recrudecimiento de la violencia y el extractivismo, en manos de los grupos armados que se disputan las economías y territorios legados por la insurgencia. El año de la pandemia fue también el de las masacres y los asesinatos de líderes indígenas, ambientalistas y defensores de derechos humanos en un país que parece nunca cesar su duelo.

Aun sumergidos en el dolor, las colombianas y colombianos siguen apostando por la recuperación de la memoria, no sólo como un modo de reparación simbólica para las víctimas, sino como una vía para reestablecer su derecho a tener futuro.  La disputa por los sentidos del pasado es librada hoy por organizaciones de víctimas y agrupaciones de artistas que, a contrapelo de la vocación parcial e invisibilizadora de la historia oficial, apuntan a rearmar el tejido social deshilado por la guerra.

Como parte de las iniciativas de recuperación plural del pasado, surgió en Bogotá Colectivo Dexpierte, un grupo de intervención y acción gráfica en clave popular que llevó los debates sobre la memoria, la resistencia a la violencia y la lucha por la vida a los espacios públicos de diversos rincones del país. Sus intervenciones incluyen obras con stencil en las calles más transitadas de la capital, cartelería y collages pegados sobre los vagones de los trenes, y coloridos murales pintados en colaboración con las comunidades de pequeños pueblos de Colombia.

Hablamos con uno de sus integrantes quien, por preservar su seguridad o quizás por entender que esta profusa obra no le pertenece a nadie, sino que nos pertenece a todos, apenas nos dio a conocer su nombre de pila. A cambio, esta joven voz nos compartió con enorme generosidad algunas reflexiones en torno a sus acciones y trayectoria.

GPR: ¿Cuándo y cómo surge Colectivo Dexpierte?

CDx: Surge hace diez años alrededor de un proceso educativo estudiantil de las facultades de sociología de algunas universidades de Bogotá. En ese momento para nosotros era importante poner en el espacio público ciertos mensajes e imágenes que permitieran reconocer al transeúnte un conflicto histórico que no estaba siendo visibilizado en el arte público a través del arte urbano, el street art y el grafiti. Nos planteamos ese reto y empezamos a construir un relato alrededor de algunas de las múltiples historias de crímenes de Estado que ha sufrido la sociedad colombiana.

GPR: ¿En qué contexto social e histórico el Colectivo desarrolla sus acciones artístico- político- pedagógicas?

CDx: Desarrollamos acciones en lugares a los que somos convocados o nos invitan a participar, para facilitar metodologías y dinámicas de acción en la elaboración y construcción de relatos de memoria. Nos movemos entre lo rural y lo urbano. Aunque el conflicto armado ha marcado ciertas ciudades y ciertos puntos como los más visibles, la ruralidad nos obliga a comprender el conflicto de una manera más completa, considerando que la violencia se ha librado fundamentalmente en regiones apartadas con menos acceso a rutas y medios de comunicación. Si bien nos movemos en contextos diversos, nuestras acciones finalmente responden a las necesidades de comunicación y elaboración de memoria de las comunidades.

GPR: ¿Cuál es su comprensión del espacio público? ¿Por qué lo escogieron como escenario de sus intervenciones?

CDx: En nuestra concepción, el espacio público en Colombia es un espacio privatizado en la medida en que no ha sido permitido su uso de manera amplia. Su ocupación está siendo cada vez más restringida y a pesar de los usos públicos que se le ha venido dando a través de la música o de la pintura, no termina de configurarse entre los ciudadanos un imaginario del espacio público como una construcción colectiva que a su vez permita recrear otras representaciones posibles de aquello que percibimos como un espacio en común.

El espacio público es un lugar de disputa, un escenario en el que confluyen muchas interpretaciones acerca de las imágenes e historias que interponemos e interpelamos. Así, algunos de los muros que hemos intervenido han sido tachados o borrados, lo que muestra cómo se configura lo público como un espacio de confrontación. Entendemos además que es un lugar al que acceden más cantidad de personas que a, por ejemplo, las redes sociales.

GPR: El arte urbano y el arte popular posibilitan la expresión de comunidades, sujetos y pueblos en dinámicas de resistencia y transformación social. ¿Cómo ha sido su trabajo colaborativo con las víctimas del conflicto armado en Colombia?

CDx: El trabajo colectivo con las víctimas del conflicto armado parte de procesos de investigación personal que algunos de los integrantes hemos desarrollado como sociólogos. Hemos trabajado con ellas desde la afinidad de conocer sus historias, de establecer lazos de solidaridad en situaciones cotidianas como la carencia de recursos para sobrevivir. Nuestros vínculos pasan también por procesos de construcción de relatos de vida y elaboración de la memoria que trascienden más allá de las actividades concretas de intervención artística.

La relación que hemos establecido con las personas que han atravesado situaciones de violencia ha sido más abierta, más horizontal y nos hemos permitido apoyar y colaborar procesos de comunicación que ellas consideran importantes a través de actividades pedagógicas, talleres o apoyos gráficos en la intervención en la calle. Estas son metodologías que las mismas personas han venido aportando y creando. Es un diálogo permanente: no se trata sólo de enseñar a hacer sino que nosotros también aprendemos a valorar lo que históricamente vienen haciendo las organizaciones y familiares de víctimas en todos sus ejercicios de comunicación y de visibilización pública.

GPR: ¿Podrías relatarnos alguna de las experiencias que más los haya marcado en estos años como Colectivo?

CDx: Hicimos un acompañamiento a un familiar de una víctima de desaparición forzada cuyo cuerpo fue encontrado hace dos meses. Ahora están en el proceso de la entrega y el acto de dignificación de su historia. Para nosotros fue muy simbólico porque habíamos hecho un retrato de esta persona para su familia para un aniversario de su nacimiento. Al encontrar el cuerpo nos agradecieron diciendo que a través del retrato pudieron avanzar en la elaboración del duelo, prepararse para el momento de hallar el cuerpo y encarar de otra manera el dolor y el proceso de memoria.

GPR: En las disputas por escribir la historia se produce el choque entre memorias hegemónicas y memorias subalternas, ocurren olvidos premeditados y censuras. ¿Cómo se han visto afectadas sus acciones e intervenciones en esta pugna y cómo han atravesado sus propias biografías?

CDx: El ejercicio de la censura en Colombia es bastante profundo. No solamente nosotros hemos visto censuradas ciertas actividades y mensajes que hemos hecho, también otros colectivos y organizaciones han vivido históricamente un fenómeno de silenciamiento a través del genocidio político. Podemos hablar de una censura sistemática frente a cualquier crítica al establecimiento en el país.

En el último año, los ejercicios de vandalización y censura sobre los grafitis y murales se han incrementado. Es la manera en la que el statu quo responde ante una falencia en la comunicación y ante un quiebre en la legitimidad de su poder gubernamental. No existen otros medios que estén recreando la memoria ni fortaleciendo el ejercicio de una construcción pública frente a la verdad o frente a la historia del país. No existen canales legítimos habilitados por el Estado colombiano, porque nunca ha sido su interés reconocer lo ocurrido.

Por eso, todo este tiempo hemos bregado por pensar en medios a través de los cuales podamos recrear estas vidas y estas historias. Aun en medio de la censura seguiremos rechazando ese accionar de negación y denunciando que a la derecha en Colombia no le queda otra opción más que censurar, amenazar, exiliar y matar.

En cuanto a nuestras biografías, la situación actual del conflicto nos ha llevado a repensar nuestras dinámicas de vida, a rever ciertos ejercicios de sociabilidad para conservar nuestra propia seguridad. Entendemos que esto es parte de la acción, parte de lo que nos toca vivir como comunicadores sociales en este país y como personas a las que nos interesa decir y transmitir la verdad de lo ocurrido.

GPR: Además del concepto de memoria, hay otros dos que aparecen persistentemente en sus trabajos: resistencia y lucha por la vida. Estas consignas vienen clamándose en otros lugares de Nuestra América y el Sur global. ¿Cómo dialogan ustedes con las luchas populares que vienen librándose en otras latitudes?

CDX: Las luchas en América Latina siempre han conservado unos rasgos transversales: la supervivencia, la lucha por el cuidado del territorio y la defensa de la vida misma. Este es un reclamo permanente de los pueblos latinoamericanos en sus existencias y en la construcción de sus identidades. Esta no es una lucha solo de los pueblos originarios. Vivir en las ciudades es cada vez más difícil y costoso y es donde más personas se encuentran masificadas en un nivel de exclusión social y pobreza. Esta pobreza es global y estructural y nos lleva a decir hoy que “la lucha es por la vida.”

Para saber más sobre Colectivo Dexpierte:

Instagram: @dexpierte_colectivo

www.Dexpierte.blogspot.com

Flickr.com/photos/dexpiertecolombia

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