Vademecum Wichi de plantas medicinales.

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Tras más de una década de trabajo, que incluyó la convivencia con el pueblo originario, una investigadora logró reunir y catalogar las plantas medicinales utilizadas por los wichís y describir sus usos terapéuticos y las formas de preparación y aplicación.

Una gran parte de los medicamentos que utilizamos actualmente fueron desarrollados a partir de sustancias que las plantas fabrican naturalmente. En muchos casos, el descubrimiento de que esas drogas naturales pueden ser útiles para tratar un problema de salud, partió de la observación de su uso en comunidades ancestrales.

El pueblo wichí -actualmente unas 55.000 personas- reside en un área que abarca parte de las provincias de Salta, Chaco y Formosa, y una pequeña franja de tierra del sudeste boliviano. Su hábitat es el bosque nativo, el monte, y de él obtiene el alimento, la leña y los materiales necesarios para construir los objetos que necesita para su subsistencia. Esa rica foresta también los provee de una amplia variedad de plantas medicinales.

Es un sitio que ofrece un singular atractivo para quienes se dedican a la etnobiología, una disciplina que estudia los vínculos que los grupos humanos establecen con el resto de los seres vivos y con el ambiente, en un contexto cultural, espacial y temporal determinado.

Es el caso de María Eugenia Suárez, docente de Exactas UBA e investigadora del CONICET en el Instituto de Micología y Botánica (INMIBO) quien, desde hace más de una década, se dedica a estudiar la etnobiología de los wichís.

Para ello, una o dos veces al año, efectúa campañas de larga duración durante las cuales convive con ese pueblo originario. Allí, recorre el monte acompañada por distintas personas de diferentes aldeas que le señalan cuáles son las plantas medicinales y le explican cómo y para qué las utilizan. Entretanto, ella recolecta los ejemplares señalados, los guarda en folios especiales para conservarlos y, finalmente, identifica a qué especie pertenecen.

Ahora, la información reunida entre 2005 y 2017 acaba de publicarse en el Journal of Ethnopharmacology: “Este trabajo compendia un listado enorme de especies medicinales, con un detalle pormenorizado de sus usos específicos, de qué partes de la planta se utilizan y de cómo se utilizan”, describe Suárez. “Son 115 plantas que en la cultura wichí tienen 408 usos medicinales, y que les permiten tratar 68 síntomas o enfermedades diferentes”, revela.

Para construir este formidable registro, la científica recopiló y consensuó la información brindada por 51 personas que cuentan con esos saberes y que habitan distintas comunidades del Gran Chaco.

Según el estudio, estas especies se usan principalmente para tratar la fiebre, los problemas digestivos, las afecciones respiratorias y de la piel, así como dolores menstruales. “Son los problemas de salud prevalentes en el contexto wichí”, señala Suárez.

Los wichís usan las plantas medicinales para curar lo que ellos mismos consideran “dolencias menores”.

“Para las ‘enfermedades verdaderas’, las que según la concepción wichí se deben a que ‘el alma se fue del cuerpo’, como la gripe o el sarampión, recurren a un agente especializado, que puede ser el chamán, el curandero, el cura o el médico”, explica.

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