La semana pasada funciono en La Paz Bolivia, el XV Congreso de Medicina ALAMES. Allí realizó una Conferencia Magistral el vicepresidente de ese país Álvaro García Linera, denominada “Saber y Poder Popular en la Conquista del Derecho a la Salud y la Vida”.
Garcia Linera es uno de los dirigentes políticos e intelectuales de mayor influencia en la izquierda de Latinoamérica. Pertenece junto al presidente Evo Morales al partido MAS (Movimiento al Socialismo) una coalición de movimientos sociales que llevaron al poder al presidente Morales.
Se refirió a la situación de América Latina y el mundo diciendo que “no estamos contentos sino preocupados por este momento muy complejo en el continente donde hubo avances y retrocesos”. En una primera parte habló sobre lo que ha sucedido en América Latina durante estos últimos 15 años. Los aciertos y los errores que se produjeron y fundamentalmente lo que puede venir.
Sobre el significado para América Latina de los gobiernos progresistas dijo, “se llego a ellos por las políticas neoliberales que se caracterizaron por una crisis de régimen de acumulación y legitimación neoliberal, con reducción de los salarios, la privatización de las empresas y los recursos naturales, la pérdida de fuentes laborales y el poder adquisitivo de los salarios”.
“Esto significó una manera de generar riquezas para unos pocos, pero también genero descontento y malestar en la población. Produjo una falta de adhesión de las clases subalternas hacia las clases dominantes dando lugar a la aparición de protestas y movilizaciones sociales que tuvieron la virtud de no detenerse en el reclamo sino que se convirtieron en proyectos políticos estatales”.
«Proyectos donde se tomaron un conjunto de medidas políticas, económicas y sociales que llevaron a un descenso en los índices de pobreza extrema que hasta ese momento existía en la región. Significo que millones de personas comieran tres veces al día. El aumento del ingreso per cápita de los sectores más vulnerables caracterizó al ciclo progresista, remarco como logros de la etapa”.
Valoro la iniciativa de “construir espacios propios como la UNASUR, la CELAC y el ALBA, con el objetivo de crear espacios de unidad y articulación regional sin el tutelaje Estados Unidos, confiriendo cierta autonomía a nuestros países”.
En cuanto a las enseñanzas que ha dejado esta etapa progresista, Linera hablo de las contradicciones creativas que han enriquecido la teoría y las prácticas del proceso revolucionario. “El binomio Democracia/Revolución adquirió nuevo significado en estos tiempos. Solo va a haber revolución si hay cada vez mayores niveles de democracia». Entendiendo a la democracia no sólo como el momento de introducir el voto, sino como la participación colectiva de los más humildes, de las mujeres, de los trabajadores y los desposeídos en las decisiones de la vida en común. En cuanto a la a la relación Partido/Movimiento social expresó que “América Latina ha demostrado en este período la articulación plural y diversa de estas dos formas. En Bolivia el presidente Evo Morales ha producido los cambios necesarios a partir del apoyo de los movimientos sociales que a su vez han devenido en partido político”.
Cómo tercera paradoja se refirió al Movimiento social/Estado. “Por definición el Estado se refiere a los monopolios mientras que movimiento social por definición es democracia. El continente y especialmente Bolivia ha mostrado que movimiento social y estado son un mestizaje, donde hay momentos de amplia democratización de las decisiones alternado con momentos de centralización. Se necesita centralizar las decisiones previamente discutidas en los movimientos sociales porque la reacción no se detiene”.
En cuanto a la toma del poder/ construcción de poder, “la experiencia progresista mostró que replegarse al micromundo, nos aleja del poder verdadero. Logramos una pequeña emancipación en nuestros lugares pero el poder lo sigue teniendo el Estado. Entonces resulta cómodo desde el punto de vista de la academia replegarse a lo local y desprenderse de lo nacional y así alejarse del Estado», planteo críticamente.
“Por eso es importante construir desde abajo el poder sin engolosinarse con el Estado creyendo que la toma del poder estatal es la revolución. No es cierto, el poder estatal es apenas una herramienta más de las transformaciones que inevitablemente deben venir desde las construcciones sociales, de los barrios de las fábricas, etc” remarco el ex guerrillero.
Por último se refirió a que los procesos progresistas revolucionarios de América Latina inicialmente sucedieron a partir de un núcleo duro conformado por sujetos que rompen los prejuicios y las primeras barreras de la contención conservadora y el sentido común neoliberal.
“Para poder disputar el sentido común y convertirse en hegemonía se necesita irradiar, se necesita articular y llegar a otras clases sociales. Lo difícil es saber hasta dónde irradiarse porque irradiarse mucho puede significar desdibujar un proyecto revolucionario y no hacerlo significa no construir hegemonía. Nunca hay que abandonar el núcleo duro pero hay que saber que no alcanza sólo con el núcleo duro. Hay que ser capaces de construir un bloque social”.
Hay un debate nuevo que no se encuentra en Mao ni en Lenin, algo se puede ver en Marx. “Me refiero a que toda Revolución, toda transformación es fruto de una apetencia colectiva de participar, decidir y mejorar su condición de vida. Pan, Paz y Trabajo era la consigna de la Revolución Rusa. Las grandes revoluciones surgen a partir de pequeña síntesis pero muy densas en su tiempo. Entonces un proceso revolucionario lo primero que va hacer es satisfacer necesidades materiales. Y para esto hay que afectar a la madre tierra”.
“Esto no puede significar depredar la madre tierra y la naturaleza en pos de la satisfacción material. Se trata entonces de satisfacer las necesidades materiales pero rápidamente construir otro tipo de sujeto, otro tipo de sociedad no basada en el consumismo”.
Más adelante hizo hincapié en las debilidades de los procesos progresistas. La política es economía concentrada dijo Lenin. Y la misma debe ocupar un lugar central en un proceso de transformación. “Después del proceso épico de todo proceso revolucionario viene el día a día. La sociedad no puede permanecer eternamente en el momento épico y la gente se repliega a la cotidianidad”.
“El proceso revolucionario tiene que mostrar lo más pronto posible un conjunto de mejoras para la sociedad que se sacrifico en esa épica. Un gobierno revolucionario debe ser capaz de gestionar la economía que le permita a los sectores más vulnerables mejorar su situación de vida” asevero Garcia Linera.
La corrupción es un tema clave porque toca la fuerza moral del revolucionario. “La integridad moral de un revolucionario lo es casi todo. Desde allí se decide todo y desde allí se busca convencer. Sobre esa fuerza moral surgen los recursos, surge la iniciativa política, surge la organización, surge la fuerza política y surge la conquista del poder”.
“La fuerza moral es lo que sostiene a un revolucionario en las buenas y en las malas. En varios procesos progresistas esto ha fallado y es terrible porque el pueblo te lo cobra. Las derrotas morales son generacionales, no se recomponen en una próxima elección. La derrota moral es la que nunca un revolucionario puede sufrir”.
Nunca hay que subestimar al enemigo y creer que la Revolución concluyo, «hay que conjugar permanentemente a Gramsci con Lenin, convencer y derrotar y otra vez convencer y derrotar. El enemigo tiene mil cabezas, aparece por todos lados y se regenera tantas veces sea necesario», advirtió.
A raíz de lo que viene pasando en Argentina y en Brasil se refirió al sentido común. “El lenguaje y la comunicación como forma de ir ordenando el mundo. Cuando hay frustración colectiva, riesgo de muerte y crisis de legitimidad surge la posibilidad de una transformación social. Hay momentos determinados de la vida en que la gente está dispuesta a escuchar nuevos referentes, a escuchar nuevas certidumbres. Son momentos muy específicos y se requiere fuerza revolucionaria”.
“Los principios revolucionarios son mucho más difíciles de enganchar con el sentido común que el pensamiento conservador. Por eso sólo ocurren en algunos momentos muy especiales de la historia. Hay circunstancias que llevan a una transformación profunda, no sólo depende de lo que hagan los revolucionarios sino también de lo que no hagan y de lo que fracase».
“Digo esto porque no podemos explicar los retrocesos en América Latina solamente desde la conspiración. Por supuesto que la hay y también es cierto que la actitud de los grandes medios de comunicación influyen, pero algo ha ocurrido que permitió que eso gatille un sentido común colectivo conservador. Debemos conocer qué ha pasado y en que nos hemos equivocado para que el sentido común retroceda hacia lo conservador”.
“Tomar el poder es complicado pero se puede, transformar la economía es ultra complicado pero se puede, lo más difícil y de lo que depende la continuidad de un proceso revolucionario es moldear una nueva moral de las cosas, un nuevo sentido común. Eso es en definitiva lo que define la continuidad o el fin de un proceso progresista revolucionario” concluyo.