Nunca vi que murales y grafitis delimitaran un barrio con tanta claridad y contundencia. Detrás habíamos dejado el centro de Leipzig, rebosante de turistas que disfrutaban el verano y las especialidades gastronómicas de Sajonia. También la zona que todavía se caracteriza por la arquitectura que generalizó la República Democrática Alemana durante la época de la división: edificios de grandes dimensiones, fachadas austeras y ausencia de ornamentos. Las amplias avenidas dieron paso a otras más estrechas y cierta atmósfera que aquí todavía denominan alternativa hizo su aparición, mientras buscábamos dónde detenernos. Quizás haga falta aclarar que el movimiento alternativo tuvo en Alemania connotaciones políticas y culturales que nunca se registraron en la Argentina. Aun antes de bajar del auto quedó claro que habíamos llegado, cuando una medianera desnuda advirtió: No nazis! Bienvenidos a Connewitz.

Nuestro amigo Peter estacionó al lado de un playón deportivo donde unos jóvenes jugaban al básquet. El aro está al amparo de otras declaraciones igualmente explícitas: Antifa Area, No cops y otra vez, No Nazis. Por más torpe que se pueda ser en materia de idiomas, todo el mundo entenderá. Otra leyenda en alemán celebra los 10 años de Rojava, es decir, la revolución kurda que se lleva a cabo en la zona del Kurdistán que oficialmente, pertenece a Siria. Días atrás se cumplió el undécimo aniversario de sus inicios. Para el historiador del antifascismo, Mark Bray, la experiencia kurda tiene muchos puntos de contacto con las primeras fases de la revolución española de 1936 y llama la atención de todas las corrientes antiautoritarias a escala global.

Caminamos lentamente por las calles de Connewitz sin saber muy bien qué buscábamos, pero estábamos donde queríamos. Es norma que las paredes hablen. Algunos murales deslumbran con sus coloridos y otros grafitis se hicieron al pasar con la velocidad que permite el manejo diestro del aerosol. Desde la ventana de un primer piso pendía un lienzo con otra consigna tan breve como definitoria: Free Lina. Apenas unas horas más tarde, escucharíamos a cientos de personas corear el pedido: Free Lina, free! La columna tenía a su frente varias enseñas que identifican al antifascismo: la tradicional negra y roja y otras de colores que simbolizan su articulación con el feminismo. Como desafío a la cantidad desproporcionada de policías que custodiaban la movilización, el grupo entonó después de unos aplausos rítmicos que se repetían como loop: Siamo tutti anfifascisti! Estábamos en Alemania, sí. Pero gritar en italiano entronca las movilizaciones de hoy con un siglo de luchas y soslaya elementos muy caros a los nacionalismos de derecha: las fronteras.

Necesidad de reaccionar

Mayores de Bray perdieron la vida en los campos de concentración que funcionaron en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, pero el investigador no pierde de vista que el nazismo y el fascismo históricos no fueron más que otro capítulo del supremacismo blanco y del autoritarismo que antes de Hitler y Mussolini, ya se habían cobrado millones de víctimas en América, África y Asia, colonialismo mediante. En “Antifa. El manual antifascista” aclara que se refiere al antifascismo como “método político”, “ámbito de identificación individual y colectiva”, y también “movimiento trasnacional” que tiene sustento en “las corrientes socialistas, anarquistas y comunistas anteriormente existentes”, frente a la “necesidad repentina de reaccionar ante la amenaza fascista”. Desde esa perspectiva, nadie o casi nadie en la Argentina es antifascista, aunque las actitudes fascistas en los partidos de la derecha vayan in crescendo. En particular, contra el pueblo mapuche y otros preexistentes al Estado. Véase Jujuy. Recuérdese la declaración de la Legislatura de Mendoza.

La lucha de Lina E.

Lina E. es una estudiante que tiene 28 años. En mayo último, fue condenada por supuestamente, liderar una organización que cometió seis “serios ataques” contra neonazis. Para la prensa hegemónica alemana, se trata de “un caso inusual de violencia de la extrema izquierda”. El tribunal la condenó a cinco años y seis meses de prisión, pero sólo retornará a la cárcel si pierde la apelación. Tres de sus compañeros recibieron penas de tres años. Más allá del resultado final, la vida de los cuatros se arruinó ante el estupor de una proporción importante de la opinión pública. La sentencia se leyó en Dresden, ciudad del este. Mientras se daba curso a la lectura, parte del público consideró a los magistrados “amigos de los fascistas” y de practicar “justicia de clase”.

El poder judicial acusa a Lina y a sus compañeros de llevar a cabo una serie de ataques contra neonazis en Turingia y precisamente Sajonia, entre 2018 y 2020. Una de las supuestas víctimas fue León R., un notorio “extremista de extrema derecha” que también fue arrestado por conformar una organización ilícita. La Policía y los jueces sostienen que la estudiante y su grupo practicaron una incursión contra un bar en Eisenach, punto de reunión neonazi. Después del encontronazo y de un incidente posterior, varios de los fascistas terminaron con huesos rotos y otras heridas. Llamativamente y con el correr de los días, la cantidad de víctimas aumentó en los reportes de los grandes medios, al igual que la gravedad de sus contusiones. Las organizaciones antifascistas hablan de pruebas falsas y otros sectores de la izquierda alertan sobre el comportamiento ilegal de las fuerzas de seguridad y de sus interlocutores judiciales. Nada que no conozcamos por aquí.

Malos y malos

Mientras los tribunales juegan a la Teoría de los Dos Demonios, Alternativa para Alemania (AfD por sus siglas en alemán) no para de crecer. El partido de extrema derecha alcanzó durante el mes que finaliza un 20 por ciento de intención de voto, según las encuestas más recientes. En una democracia parlamentaria, es un caudal que puede resultar decisivo. Está por encima de los posibles votantes de la socialdemocracia, los verdes, la izquierda y otras expresiones partidarias. Durante el mes que estuve en el país europeo, logró el triunfo en dos localidades que, aunque menores, no dejan de revestir importancia.

Al cumplirse cuatro años de la represión que le costó la vida a Santiago Maldonado, Patricia Bullrich se hizo presente en el lugar donde Gendarmería Nacional -por entonces bajo su mando- se consagró a cazar mapuches. En la actualidad, promociona su precandidatura a presidenta por Juntos por el Cambio con promesas de Orden, Coraje, Valentía y Decisión.

Analogías argentinas

No hay que esforzarse mucho para advertir en sus propuestas y conductas una reivindicación de la muerte. José Luis Espert, ayer hombre de Avanza Libertad y hoy precandidato a senador en otra línea interna de JxC no tuvo ningún empacho en proponer “meterle bala” o “encarcelar” a los mapuches (junio de 2022). Para Javier Milei, su ex socio, los pueblos indígenas son un factor disolvente de la sociedad y, además, su bloque presentó un proyecto para derogar la Ley 26.160, que frena desalojos a comunidades. Y así con otros exponentes de la derecha… En su conjunto, las fuerzas que evidencian actitudes fascistas hacia el pueblo mapuche, otros indígenas y diversas disidencias, podrían superar el 50 por ciento de los votos en las próximas PASO.

Tanto el nazismo como el fascismo históricos ascendieron al poder a través de mecanismos legales. Otro tanto sucedió con las “derechas alternativas”, desde Donald Trump a Jair Bolsonaro. En Connewitz, en el resto de Alemania, en otros lugares de Europa e incluso en Estados Unidos, se puede caracterizar al antifascismo de muchas maneras, pero tiene como elementos en común “la idea de que hay una continuidad histórica entre las diferentes épocas de la violencia de la extrema derecha” y que, en consecuencia, son necesarias “muchas formas de defensa colectiva”, concluye Bray.

Cuando nos propuso ir a Leipzig desde Berlín, donde residíamos, Peter argumentó que es en esa ciudad donde por estos días, se libra la principal pelea antifascista, en relación a la demanda por la libertad definitiva de Lina. No obstante, aquel sábado hubo marchas en otras localidades alemanas. Mientras escribo estas líneas para El Extremo Sur, comenzó en Esquel otro juicio -¿cuántos van ya ?- para resolver una nueva extradición de Facundo Jones Huala a Chile. Me pregunto si en Patagonia no tenemos nada que aprender de Connewitz… Aquella movilización antifascista terminó en el exterior de un local y enseguida comenzaron a circular cervezas. Una de las últimas declaraciones desde el megáfono expresó solidaridad con las movilizaciones que, en Francia, siguieron al asesinato del joven Nahel Merzouk, un chico de 17 años franco-argelino. No nazis, no cops, no borders! Acá diríamos fachos. Reaccionar ante su avance es una necesidad.

*Periodista y escritor.

FUENTE: El Extremo Sur

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí