ENCUENTRO DE PUEBLO FUMIGADOS. ECOLOGIA ARGENTINA

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Organizaciones socioambientales de una decena de provincias se reunieron en Rosario, donde acordaron acciones conjuntas para fortalecer la agroecología y otro modelo productivo. Se anunció la creación de una red latinoamericana contra los agrotóxicos y fijaron fecha para una marcha nacional en diciembre. «Por una patria donde no se sigan muriendo nuestros gurises», exigen.

Desde Rosario

“Fabián Tomasi me dejó un legado. Un día estábamos en su casa y dijo: ‘Si quieren saber lo que hacen los agrotóxicos, pregúntenle a Estela’. Por eso mi semilla es mostrar todo lo que pasó Fabián. Él trabajó con agrotóxicos sin saber el impacto que eso tenía en su cuerpo, como nos pasó a nosotros en la escuela”. Quien habla es Estela Lemes, docente rural fumigada y una persona clave en la lucha contra los agrotóxicos en el litoral argentino. En el Encuentro Nacional de Pueblos Fumigados, Estela menciona a Fabián y su emoción se vuelve colectiva. Fabián Tomasi murió en 2018, a causa de una enfermedad ocasionada por los venenos que el agronegocio esparce sobre los campos de todo el país.

A la voz de Estela se suman otras. El encuentro es el primero que se realiza en muchos años: los que llevan más tiempo de militancia en la espalda recuerdan que el último fue en 2010. Los pueblos escriben su historia sobre la memoria compartida. Por eso al recuerdo de Fabián se suma el del referente de la ciencia digna, Andrés Carrasco, y el de uno de los promotores de la agroecología en la región, Carlos Vicente. El rostro de Berta Cáceres, dibujado en una bandera, es parte de la escena.

Para hacer puentes entre las militancias del ayer y las necesidades del hoy, hace falta encontrarse, charlar, conocer a través del compañero o la compañera lo que pasa en cada territorio. Hace falta volverse red. Y es precisamente esto lo que se concluyó al finalizar el encuentro, llevado a cabo el pasado 17 de junio en Rosario: construir una red apartidaria de pueblos fumigados de Argentina, con el objetivo de desarrollar estrategias y acciones conjuntas. El horizonte trazado es  luchar por un país libre de transgénicos y agrotóxicos biocidas y promover la agroecología, la soberanía alimentaria y el Buen Vivir.

Estela sintetiza: “Vine con una expectativa que fue totalmente cubierta por este encuentro. Más allá de los lugares donde vivamos y de los problemas que tengamos en cada pueblo y en cada ciudad, tenemos que ir por la misma senda, que es cuidar nuestra tierra”. Y agrega: “Tenemos que seguir contando todo lo que pasamos para que las generaciones que vienen sigan luchando con más fuerza. Yo quiero una patria sin venenos. Pueden cambiar los gobiernos o las empresas, que lo único que quieren es llenar sus bolsillos en desmedro de la salud de la gente, pero yo quiero una patria donde no se sigan muriendo nuestros gurises».

En 2010, Estela denunció a las avionetas que fumigaban sobre la escuela 66 Bartolito Mitre de Gualeguaychú. En 2021, la Sala II Laboral de la Cámara de Apelaciones de Gualeguaychú reconoció que los químicos biocidas la enfermaron. Haciendo memoria, pero también proyectando a futuro, la maestra afirma: “Hoy nuestra pelea es para que dejen de fumigarnos, pero también para que en las escuelas se coman alimentos agroecológicos. Hace dos semanas fumigaron de noche sobre la escuela. Por eso la lucha debe seguir”.

Encontrarse para sembrar

El espacio de la reunión es La Toma, que en el pasado fue un supermercado y, al quebrar en 2001, sus trabajadores lo recuperaron como sede que alberga a diversas organizaciones populares y obreras de la ciudad. Entre ellas, Paren de Fumigarnos, la asamblea que nuclea a los pueblos fumigados de la provincia de Santa Fe.

Las sillas se disponen en ronda, que se abre a medida que llegan nuevos activistas. En el primer piso de La Toma, en Rosario, los abrazos y los mates hacen olvidar por momentos el viento frío que llega desde el río Paraná. Son las diez de la mañana y el Encuentro Nacional de Pueblos Fumigados está por empezar. Las banderas cuelgan de las ventanas con consignas escritas sobre dibujos de ríos, de campos, de árboles. Las frases dicen “basta de agrotóxicos” y los paisajes pintados sobre los trapos son aquellos que se defienden todos los días del agronegocio.

Cincuenta activistas socioambientales de siete provincias (Santa Fe, Buenos Aires, Entre Ríos, Chaco, Córdoba, Tucumán y ciudad de Buenos Aires) se sientan en ronda, alrededor de un fuego imaginario. Los territorios presentes trazan las coordenadas de la expansión de la frontera agropecuaria y muestran cómo ese corrimiento va levantando a los pueblos que quieren defender su salud y la de la tierra que habitan.

Con una dinámica propia de la educación popular, Anabel Pomar, periodista e integrante del colectivo Exaltación Salud, propuso que cada quien pueda escribir en un papelito qué esperaba de un espacio colectivo formado por pueblos fumigados. Entre las palabras y consignas escritas aparecieron: “concientizar”, “plantar”, “fortalecer resistencias”, “pensar nuevas alternativas”, “agroecología ya”, “generar redes”, “armar una estrategia nacional”, “comunicación y acción popular”.

La tierra comenzaba a prepararse para el después: el planteo colectivo de la necesidad de una red de pueblos fumigados de Argentina para frenar el envenenamiento masivo del agronegocio y promover la agroecología como un paso necesario para la soberanía alimentaria. Una instancia colectiva que recupere la especificidad de la lucha de los pueblos fumigados.

Las y los presentes resolvieron además organizar una marcha plurinacional de los pueblos fumigados, el próximo 4 de diciembre en la Ciudad de Buenos Aires con las consignas “¡Paren de fumigarnos!” y “¡Agroecología ya!”. La fecha fue elegida por su cercanía con el Día de Acción contra los Plaguicidas, que se recuerda cada 3 de diciembre, en conmemoración de las víctimas de Bhopal. El 3 de diciembre de 1984, en Bhopal (India), más de 25.000 personas murieron al liberarse al aire pesticidas desde una fábrica de Union Carbide (hoy Dow Chemical).

Sin agrotóxicos, con agroecología

El encuentro fue el puntapié para una red de pueblos y organizaciones, pero también un espacio necesario para quienes no quieren seguir respirando y comiendo venenos. En tiempos de rosca y cierre de listas para las elecciones, los pueblos fumigados de Argentina siguen el camino de otras organizaciones populares hacia una democracia realmente participativa. Todas las personas que asistieron pudieron hacer uso de la palabra, contras sus desazones y esperanzas y también hacer propuestas.

En medio del debate, una mujer irrumpió con su voz y fue tajante: “Necesitamos meter las manos en la tierra y enseñarle a nuestros gurises a alimentarse bien. Quiero que podamos hacer nuestros cultivos libremente, que las mujeres podamos reunirnos afuera en la vereda sin ser fumigadas”. Desde Luján, otra participante aportó la necesidad de difundir información sobre las causas del cáncer, ante el aumento de casos en donde vive, zona núcleo del agronegocio. “Si lo que comemos tiene venenos, no es alimento”, enfatizó.

El Grupo de Extensión Impenetrable Chaqueño de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires trajo al encuentro el audiovisual “Las evidencias del agua”, del documentalista Juan Alaimes, que muestra los problemas de las poblaciones chaqueñas para acceder a agua en cantidad y con la calidad necesaria. En el documental, se ve una canilla liberando un chorro débil de agua emblanquecida. Recuerda que existen, en Argentina, muchas personas que pagan el precio del agronegocio tomando agua contaminada.

Mariano Sánchez Toranzo, de la Campaña Plurinacional por la Defensa del Agua para la Vida, puso la voz de alarma sobre la necesidad de preservar el agua de quienes la ven como un bien económico: “El agua es una prioridad, se debe cuidar y proteger para garantizar la reproducción de la vida. El agua que estamos tomando y usando nosotros es la que usaron generaciones anteriores y van a ser la que consuman las que vienen. Es muy importante que la defendamos”.

Quienes asistieron al encuentro buscaron no sólo describir el panorama nacional en cuanto al uso de químicos, sino también comunicar una alternativa al modelo de empresas como Bayer/Monsanto. Esa alternativa es la agroecología. “Hay que romper el mito de que la agroecología es sólo la huerta en el patio y mostrar que en verdad es posible producir de otra manera”, fue una de las ideas que más circuló en el intercambio.

“Para hacer agroecología hay que recuperar los suelos y eso no se hace con un sólo productor ni de un año para otro, se necesita promoción de esa actividad y mostrar que otra forma de producir es posible”, sintetiza en el debate Graciela Canziani. Investigadora del campo de la Ecología Matemática, manifesta: “Si no cuidamos la naturaleza y somos racionales en el uso de los bienes que nos da la naturaleza, no va a haber salud. Y si tenemos un entorno enfermo, depredado, deteriorado, no podemos pensar en que vamos a ser seres humanos saludables. No alcanza con la crítica. Tenemos que proponer caminos de restauración de los ecosistemas y de la salud de los ecosistemas y de las personas”.

Ese es el camino que se comenzó a trazar en el último Encuentro de Pueblos Fumigados de Argentina.

Una red latinoamericana contra los biocidas

Al inicio del encuentro se mencionó la recientemente creada Red de Pueblos Afectados por los Agrotóxicos de Nuestra América. Carlos Manessi, de la ciudad de Santa Fe, comenzó la rueda de intercambio: “El modelo de la soja no es sólo para Santa Fe y para Argentina, sino para el Mercosur, la publicitada república unida de la soja”.

La red latinoamericana quedó conformada por Uruguay, Paraguay, Brasil, Ecuador, Colombia y Argentina, con el objetivo de avanzar hacia la erradicación de los biocidas, la soberanía alimentaria y los biocidas, respetando las características propias de cada país. La multiplicidad de escenarios se evidencia por ejemplo en el nombre elegido para el espacio. En portugués, por ejemplo, la palabra “fumigado” no existe, ni tampoco una traducción que sea útil a las organizaciones de Brasil. “Pueblos fumigados no es un término conocido en otros países, como para generar una identidad colectiva”, explicó Marcos Filardi, del Museo del Hambre.

“Nuestra región se ve afectada por los impactos en la salud y el ambiente por los agrotóxicos que son utilizados por el agronegocio en la agricultura en forma indiscriminada afectando a todos nuestros pueblos. Por lo tanto, ante la agresión que sufrimos, los pueblos se unen, se organizan para transformar esta realidad en el bien de todos los que habitamos Nuestra América”, se lee en un comunicado emitido con posterioridad al encuentro.

El espacio internacional se organizó para apoyar y fortalecer los procesos locales de resistencia en los diferentes territorios regionales con estos horizontes comunes; consolidar un espacio de intercambio de saberes y experiencias entre los diferentes procesos regionales del continente y realizar acciones de denuncia, difusión e incidencia como articulación regional de pueblos afectados por agrotóxicos. La Secretaría de la Red será rotatoria y la primera en asumir esa responsabilidad fue la organización Paren de Fumigarnos de Santa Fe.

 

Fuente: Tierra Viva

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