LOS $700 MIL DE EMISION DE ENERO PARA PAGARLE A LA BANCA

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Los datos de enero demostraron que la estampida inflacionaria sigue su curso, y el gobierno sigue echando leña al fuego con emisión monetaria. Mientras intenta cumplir el mandado del FMI de reducir la emisión de pesos a fuerza de ajustar el gasto social y las jubilaciones, lo cierto es que el grueso de esos pesos van directo a los bolsillos de la banca.

Solo en enero, el Banco Central emitió $702.329 millones para pagar intereses de Leliqs y Pases que están en manos de los bancos; una erogación seis veces superior a la de igual mes del año pasado por el mismo concepto. Para tomar dimensión de la magnitud de la cifra, basta con mencionar que es 49 veces el dinero utilizado en salarios estatales en lo que va del 2023, 34 veces lo destinado en salud y seis veces lo devengado en educación.

El monto embolsado por la banca, solo en enero, supera los $547.517 millones destinados durante todo el 2022 a las universidades; los $387.542 millones dirigidos a inversión pública (que incluye obras de urbanización y nuevas viviendas); los $479.542 millones utilizados en el programa Potenciar Trabajo; y los $355.944 millones que fueron a políticas alimentarias. Sin embargo, el gobierno pone el foco en ajustar a los más vulnerables, por ejemplo, a través del recorte de 160 mil planes sociales; un retrato de cuáles son los intereses prioritarios de la agenda oficial.

Este nivel de emisión obliga al BCRA a reabsorberla mediante la colocación de nuevas letras, incrementando el pasivo de la entidad, que ya franqueó la barrera de los $11 billones. El mismo se multiplicó por diez desde 2019 a esta parte, y, en los últimos 90 días, pegó un salto de más de $2 billones.

Sucede que el endeudamiento de la autoridad monetaria ha adquirido una dinámica “bola de nieve”. Semejante stock de deuda solo puede sostenerse a partir de la constante suba de tasas, hoy por encima de la inflación, tal como indica el FMI. Esto encarece los intereses, los cuales son absorbidos colocando más letras. A su vez, cuanto más grande se vuelve la deuda del BCRA, más intereses reporta.

Esto, sumado a que el BCRA salió a la compra de bonos del Tesoro frente a la corrida en curso, volcando más pesos en circulación, que a su turno fueron esterilizados con nuevas Leliqs y Pases. Lo mismo podemos decir de la emisión extra que implicó el “dólar soja”. Con todo, salta a la vista que los principales receptores de la emisión monetaria son los capitalistas.

Es indudable que tamaña bicicleta financiera va en detrimento de la producción. Como los bancos ven más atractivo colocar el grueso de su cartera en dichos instrumentos, restringen y encarecen el crédito privado, el cual retrocedió en enero 13,9% interanual en términos reales, según datos oficiales. La caída fue del 11,5% en el caso del financiamiento vía tarjetas de crédito y del 13,4% en la Línea de Financiamiento para la Inversión Productiva (LFIP). Una política recesiva por donde se la mire.

Como la hipoteca del BCRA es insostenible y los bancos acreedores utilizan dinero de los encajes bancarios para comprar sus letras, la exposición de los depositantes frente a una eventual crisis de pago es muy grande. Por lo tanto, eligen dejar su dinero en plazos fijos por tiempos cada vez más cortos. Según un informe de la consultora LCG, el stock de depósitos a plazo fijo registrado en enero tendrá una duración promedio de 53,5 días, el valor más bajo desde 2003. Lo anterior significa que está latente la posibilidad de que se produzcan corridas bancarias de continuar este clima de incertidumbre.

Esta emisión monetaria desde ya que tiene efectos inflacionarios. En medio de una fuga constante de divisas esos pesos nutren la corrida al dólar, mientras el Banco Central sigue perdiendo reservas. Además de no tener respaldo, es una impresión de billetes enteramente parasitaria, que no representa ninguna inversión productiva, debido la huelga de inversiones de los capitalistas y el Estado. En un país donde no crece la productividad y la generación de valor, incrementar la base monetaria redunda en una desvalorización de la moneda.

Este descalabro, cuyas consecuencias las paga la población trabajadora con inflación y recesión, solo se puede resolver con medidas de fondo, que terminen con la usura y reorganicen la economía al servicio de las necesidades sociales. Esto es, en principio, nacionalizar bajo control obrero la banca, repudiar la deuda externa y romper con el FMI. Un camino, opuesto al emprendido por los políticos capitalistas, que propone la izquierda para que intervengamos los trabajadores en la crisis.

FUENTE: PRENSA OBRERA

 

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