Guernica: ¿La culpa es del chancho?

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Por Marcelo Valko 

Es evidente que el Ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires tiene distintas varas de medir y de actuar en consecuencia. A algunos la vorágine informativa donde un tema tapa al otro y tanto dan los spots publicitarios del rambo Berni, el burofax de Messi al Barcelona, las elecciones en Bolivia, un nuevo asesinato aberrante o por ejemplo lo ocurrido con el motín de la policía bonaerense a comienzos de septiembre.

Duró varios días, utilizaron móviles del Estado e incluso se dedicaron a dar vueltas por la Quinta de Olivos sonando las sirenas y todo lo que se vio por televisión que me exime de enumerar. Más allá del escaso salario que reclamaban, escaso salario que perciben la casi totalidad de los argentinos el desacato a sus mandos superiores y utilización de bienes del Estado no culminó en ningún tipo de sanción.

Todos los que desde el arco político oficial reclamaban la cabeza de Berni se fueron con la cabeza gacha por no decir con la cola entre las patas. Ahora se produjo el desalojo de Guernica al mando de Sergio Berni. Todos vieron las imágenes de las precarias casillas ardiendo en ese terreno anegadizo.

Todos vieron la doble vara. Hace muy poco vecinos de El Chaltén, allá en la provincia de Santa Cruz en el lejano sur me pidieron solidaridad con su reclamo de tierras. Reclamos y conflictos que se producen en otros puntos de la Patagonia y del NOA nos llevan a preguntarnos cómo es posible que un país tan extenso como Argentina con una población tres veces menor al Japón que posee un territorio un poco mayor que la provincia de Misiones tenga “problemas de tierra” más que paradójico resulta incomprensible.

Y evidentemente tiene que ver con la construcción de un país por y para una elite que siempre gozo de toda clase de privilegios comenzando por la tenencia de la tierra que en tantos casos se trata de latifundios improductivos como se aprecia en el caso de Guernica.

Dirán: “bueno… estamos en un sistema capitalista que obviamente privilegia el capital, la propiedad privada y que si el dueño quiere tener el campo “en reposo” está en su derecho para eso es el propietario”. Y el sistema judicial que no en vano esta simbolizado por una figura que tiene sus ojos vedados siempre termina fallando en favor del capital.

Pero nada es eterno y nada es imposible de modificar y más cuando hablamos de la justicia, la verdadera justicia para las personas concretas, no una justicia de las estatuas. Volviendo a Berni y su accionar para nada errático tanto durante el motín policial y en el desalojo de Guernica nos lleva a ese sabio refrán popular: El chancho no tiene la culpa sino quien le da de comer.

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